La pregunta es tendenciosa, pues esta acusación sólo cabe a una importante empresa del sector. Pero no es menos tendencioso aseverar que la continuidad o no en Lourizán pueda salvar o condenar al sector forestal. Tomar el todo por la parte supone desenfocar el debate desde el principio.

Acepto la importancia de la pasta de papel en el sector forestal gallego para su entronque en una economía de mercado. Pero me detendré en su vertiente negativa. Su poder para controlar el mercado gallego de la madera, sus precios y sus producciones. Si la mitad de la producción de eucalipto se va fuera, ¿será porque pagan menos? ¿Dónde están los beneficios de contar con una fábrica cercana cuando gran parte de la madera se la llevan portugueses y asturianos?

La defensa del Gran Hermano, por parcial, tiene los pies de barro. Penoso es que se apele a los 28 ?/Tm que pagan en Lourizán y ocultando los 60 ?/Tm que están obteniendo los propietarios por la madera en rolla, para usos mejores que la pasta. Puestos a producir eucalipto, trabajémoslo bien para obtener buenos ejemplares. Precisará más trabajos silvícolas y eso creará más empleo, incluso entre los alumnos de forestales de Pontevedra.

Recurrente es la apelación al sector forestal europeo. A los fineses o alemanes les va muy bien que nos dediquemos al eucalipto. Les preocuparía más que produjéramos otras maderas. Tenemos un ritmo de crecimiento superior, pero seguimos dedicando al eucalipto tierras de gran potencial, vendiendo madera al peso y otros subproductos del monte. Especie invasiva y excluyente, su control es caro y muy agresivo. Y la única cuya proliferación desbordó las previsiones del Plan Forestal. Tenemos eucalipto y debemos gestionarlo, con mayor valor añadido y evitando el dominio del Gran Hermano, que importa madera foránea (plagas incluídas) para bajar el precio de la gallega. Debemos diversificar nuestra oferta y valorar otros parámetros a largo plazo.

El problema es nuestro modelo forestal. El franquista era de absentismo forestalista, que nos trajo estas grandes masas de monocultivo. Pero en Galicia vive mucha gente en el rural y queremos que siga viviendo, por lo que el sector forestal debe integrarse en un desarrollo rural que potencie las economías locales y cree empleo en las parroquias. Y el sentido común (y tambien otros modelos europeos) aconsejan un sector diversificado, integrado en la economía con otros sectores, como el agropecuario o el turístico. Pero la Xunta va por otro camino. Las comunidades de montes ofrecen montes bien dimensionados y muchos ya con planes de ordenación. Pero prefiere gestión empresarial porque los vecinos no sólo ven dinero en el monte. Promueve nuevas empresas y aprobó la Lei de Montes de Galicia, para imponer la gestión empresarial al monte vecinal. Y ahora la Lei de Cultivos Enerxéticos, varas de eucalipto como tomateras, para potenciar la falacia de las plantas de biomasa, porque no son rentables si solo consumen restos forestales y no tienen primas. Eso preparan la Xunta y el Gran Hermano: nuestro monte a producir eucalipto para pasta y subproductos forestales, aumentando el abandono y los daños de los incendios. Poco valor añadido y los beneficios que se van. Penoso es que tal visión neocolonial encuentre eco en sectores universitarios.

Lo de la fábrica en Lourizán es una ubicación errada. Es inadmisible su permanencia con los parámetros sociales, ambientales y económicos actuales. Madrid hizo caja al pasarla de empresa pública a negocio privado. Cuando perdió la batalla ante la opinión pública (y la ambiental en los tribunales), se dispuso a abandonar Pontevedra para su aventura americana. Después, como otros lares no eran tan rentables, volvió sus ojos a Europa, donde hizo un pacto con el sello FSC y ya le subvenciona sus campañas. En Pontevedra ha vuelto con fuerza, la continuidad de una fábrica ya amortizada es un pelotazo económico, aunque chirrien los criterios ambientales y urbanísticos. Y ha lanzado sus tentáculos en la política: Del Álamo y Tocino en nómina, Louzán hace méritos, Feijoo y Rueda se dejan querer. Para el sector forestal es indiferente la ubicación de la empresa. Los intereses de uno no pueden estar por encima de todo el sector.

Veo que aún hay ingenieros que piensan que tenemos 600.000 has. "obscenamente rasas". Abel Bouhier ya demostró hace 50 años que en Galicia no hay monte obscenamente raso, y esa visión miope ha quedado atrás en la ingeniería de montes española, que ha incorporado parámetros ambientalistas y está llevando a cabo actuaciones que son referentes en Europa. Debe ser que aquí queda algún despistado. Porque como decía Luís Ceballos, el padre de la ingeniería de montes española del siglo XX, "el bosque es una población vegetal, no un ejército de árboles".

*Organización Galega de Comunidades de Montes.