En relación con algunas de las reseñas periodísticas en torno al artículo publicado en la revista científica "Cell" este 15 de Mayo pasado por un equipo de investigadores bajo la dirección de S. Mitalipov, de la Oregon Health & Science University, desearía hacer algunas consideraciones desde el punto de vista de la Bioética. En este artículo se describe la técnica, salvando algunos obstáculos previos que lo impedían, para la obtención de células madre embrionarias a partir de la transferencia nuclear de una célula adulta a un ovocito (óvulo) enucleado (al que se le ha extraído su núcleo previamente) y al que se le estimula para su reprogramación en célula tutipotencial, consiguiendo su desarrollo como un nuevo embrión, con el objetivo de que cuando llegue al quinto-sexto día de desarrollo (fase de blastocisto) se extraigan las células de su interior conocidas como células de la masa interna o células madre.

El objetivo principal es demostrar que se pueden llegar a alcanzar estadíos de diferenciación de estas células madre que más tarde podrían convertirse en células de tejidos concretos del cuerpo humano.

Como han señalado varios autores, en todos los ámbitos de la ciencia, y por supuesto en todo aquello que afecta al enfermar humano, no se puede dejar de investigar y no se puede dejar de desarrollar una técnica por el potencial mal uso que se pueda hacer de ella. Desde un punto de vista ético, la utilización de una técnica o procedimiento, al igual que el uso de un medicamento, son lícitos cuando los beneficios que se van a obtener son claramente mayores que los efectos secundarios o los perjuicios que se pudieran ocasionar con su obtención o con su uso.

Ante la cuestión de la licitud ética del procedimiento descrito en este experimento, hay que señalar que el procedimiento no tiene en sí mismo ningún valor terapéutico de aplicación inmediata como de muchas reseñas periodísticas parece desprenderse, sino que representa un paso más en el largo camino que se trata de abrir de cara a la consecución de líneas celulares que pudieran constituirse en el futuro como cultivos de diferentes tejidos sanos del cuerpo humano para sustituir a esos mismo tejidos enfermos o cuando enfermen.

Desde el desarrollo de la FIV (Fecundación In Vitro) en la segunda mitad del siglo XX hemos comprobado como el ser humano es "llamado a la vida" no solo de forma natural, sino también a través de procedimientos técnicos por otros seres humanos, no resolviendo algunos de los problemas derivados de este imperativo tecnológico como es el destino de los embriones "sobrantes", la detención del desarrollo de los mismos por congelación, etc. ¿Es menos humana Louise Brown y el resto de los miles de niños nacidos por FIV que el resto de los niños? Obviamente no. Por ello cuando contribuimos a desarrollar un nuevo embrión a través de los diferentes procedimientos que hoy en día son posibles, además de la FIV, no podemos ignorar que estamos ante un nuevo ser humano en fase embrionaria, sujeto de unos potenciales derechos, sobre los que cada grupo investigador, al igual que hacemos los clínicos con los pacientes, debemos reconocer, valorar y respetar en pro de su autonomía.

El resumen del artículo termina con la afirmación de que el resultado del estudio "sugiere que hay una eficiente reprogramación de las células somáticas a un estadio pluripotencial". Con todo respeto quizá sería más exacto decir que con el núcleo de una célula somática adulta, introducido en un óvulo femenino y estimulado convenientemente se reprograma este óvulo para que se ponga en marcha el proceso formación de un embrión cuyo genoma es idéntico al del individuo del que procede el núcleo (lo que en la práctica equivale a una clonación del mismo)

En una primera aproximación se vislumbran dos problemas éticos que no se resuelven:

a) Se inicia el desarrollo de un embrión humano que, en una determinada fase se destruye, para quedarnos con las células madre del mismo y

b) Se produce en la práctica una clonación de un ser idéntico al donante del núcleo de la célula somática, aunque se detenga su desarrollo en la fase embrionaria que conviene al proceso experimental.

Después de la experiencia de estas últimas décadas en que encargamos el sexo, el color de los ojos, el color del pelo y hasta el color de la piel de nuestros hijos, -como quedó registrado hace un tiempo en que aparecía en la prensa nacional que madres negras querían parir hijos blancos- ¿Alguien duda de que habrá quien pudiendo pagarlo no encargará un hijo igual a sí mismo o a un hijo fallecido previamente?. Aunque en este momento la clonación humana sea un punto en el horizonte, claro que habrá también quien conociendo las técnicas adecuadas no pueda resistirse a la tentación de obtener un "dolly" humano.

Los investigadores y científicos están sometidos en primer lugar al dictado de sus conciencias, pero como son exactamente igual que el resto de los seres humanos, están sujetos a sus mismas tentaciones de poder y prestigio. ¿Por qué si no las legislaciones de los diferentes países prohiben la clonación y los Organismos Internacionales y la práctica totalidad de los documentos sobre Bioética alertan constantemente sobre ello y nos insisten en el respeto a la dignidad del ser humano y a la protección del mismo cuando es más vulnerable? Por ello, los investigadores y los clínicos, deben también someterse al Control de los Comités Éticos de Investigación de sus Estados, Universidades, Hospitales o Centros de Investigación.

Hay múltiples enfermedades que esperan respuestas de la comunidad científico-médica y deben hacerse todos los esfuerzos posibles en conseguirlas, pero toda actividad científico-médica debe ir siempre de la mano de la reflexión ética que nos ayude a seguir los caminos más adecuados para el ser humano.

* Especialista en Alergología, master en Bioética, presidente del Comité de Ética Asistencial del CHUVI