José María Aznar se ha librado de un problema en Delaware (Estados Unidos). Un estadista nunca sabe de dónde le van a llover los problemas. El que le amenazaba era una demanda de varios accionistas minoritarios de News Corp, la compañía del emperador mediático Rupert Murdoch, de cuyo consejo forma parte el expresidente español. La demanda era por omisión del deber de proteger los intereses de los accionistas, que la ley encomienda a los consejeros de las sociedades. Y no va a llegar a juicio porque se ha alcanzado un acuerdo.

El origen de la demanda fue la compra por parte de News Corp de la productora audiovisual Shine, perteneciente a la hija de Murdoch, Elisabet, que ganó 250 millones con la operación. Según los demandantes, el consejo de News Corp no veló para que se negociara el mejor precio de compra posible, sino que permitió al principal accionista fijar la cuantía de un trato en que la otra parte era familiar en primer grado. A este episodio los demandantes añadieron luego otros, entre ellos los de espionaje descubiertos en Gran Bretaña que perjudicaban el prestigio de todo el imperio Murdoch y por tanto el valor de sus acciones.

Según los demandantes, Murdoch hacía y deshacía libremente sin que ningún consejero le tosiera, básicamente porque se trataba de familiares, empleados ascendidos, y buenos amigos. En esta última categoría entraría Aznar, a quien la demanda describía como "otro amigo íntimo de la familia Murdoch. Ex Primer Ministro de España, y el actual presidente del think tank derechista español Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales, comparte con Rupert Murdoch una similar ideología. De hecho, su ferviente apoyo de los EE UU y Gran Bretaña ante la invasión de Irak en 2003 ayudó a cimentar la voluntad de Murdoch de nombrarle consejero. Además, en 2002, cuatro años antes del nombramiento como consejero, Murdoch asistió a la la boda de la hija de Aznar.

¿Quién quería demostrar la cercanía personal entre ambos personajes, y argumentar con ello que el español era susceptible de defender los intereses del australiano en la compañía, y no los del conjunto de accionistas? Pues justamente algunos accionistas vigilantes, como Amalgamated, un banco de propiedad sindical, que gestiona más de 10.000 millones de dólares en fondos de pensiones, y que tiene una fijación en la lucha por el buen gobierno corporativo -por ejemplo, fue el primero en querellarse contra la eléctrica Enron cuando se destapó el pufo-, o como el fondo de pensiones de los empleados municipales de Nueva Orleans. Otros se añadirían luego. Cuando uno gestiona los ahorros de miles de personas, con los que esperan pasar una vejez sin estrecheces, tiene el deber de vigilar qué hacen con ellos los gestores de las compañías en las que se invierten. Desde su punto de vista el capitalismo no puede ser ni un casino ni la ley de la selva, y las buenas prácticas del gobierno corporativo son una prioridad.

La demanda no va a llegar a juicio. Demandados y demandantes han llegado a un acuerdo por el que News Corp admite que las quejas son razonables y se compromete a introducir verdaderos cambios en materia de gobierno corporativo, además de correr con los gastos legales, incluidos los abogados de los demandantes. Pero los listos de verdad siempre caen de pié, y resulta que News Corp incluso va a sacar algún dinero del caso, porque el seguro que cubre la responsabilidad de sus directivos le va a pagar 139 millones de dólares, que son más de los que va a tener que abonar a abogados y tribunales. Tras todo ello, Murdoch tiene vía libre para continuar con sus negocios, y Aznar para seguir aconsejando a los españoles sobre la mejor forma de ser gobernados.