El Banco Central Europeo (BCE) ha reducido a solo medio punto el tipo oficial de interés al que presta euros al sistema financiero, pero la economía española no ha dado los esperados saltos de alegría. Mario Draghi ha anunciado que hay barra libre de liquidez para rato, o sea, que los bancos pueden ir al BCE y les dejarán tantos euros como les pidan, y sin embargo las empresas españolas siguen sumidas en el pesimismo porque el acceso al crédito continua cerrado. ¿Por qué? Porque poco importa si el precio del dinero es caro o barato cuando los bancos no tienen ganas de prestarlo a los empresarios, y especialmente a las pequeñas y medianas empresas, en quienes todos piensan como motor de la reactivación económica, pero a las que nadie ayuda para que lo sean efectivamente. Los bancos pueden hacer cosas más seguras con el dinero que les ofrece el BCE, ahora a precio de saldo. Pueden dedicarlo a comprar deuda pública, por ejemplo. Los gobiernos están muy agradecidos por ello, y los bancos quieren estar a bien con los gobiernos. Pueden dejarlo aparcado en el propio BCE, incluso perdiendo algo, porque ese dinero adormecido se supone un valor seguro, mientras que si lo dejan a las empresas, alguien va a decir que el banco corre riesgos. Es más: las últimas instrucciones que han recibido los bancos les obligan a contar como arriesgadas ciertas operaciones de refinanciación que los empresarios afectados necesitan para sobrevivir. Los bancos no se van a lanzar a compartir riesgos con las empresas hasta que tales riesgos sean insignificantes, lo que es mucho pedir en plena recesión, o hasta que les obliguen, inciten o ayuden a ello. Se esperaba de Draghi que anunciara estímulos específicos para que su dinero barato y abundante llegara a las pimes, pero no dijo ni pío. En realidad, bastante ha hecho con bajar el tipo pese a la oposición de Alemania, que no tiene ningún interés objetivo en echar una mano a las pimes españolas, italianas o portuguesas. Berlín solo va a cambiar de actitud cuando le interese dar un empujón a sus propias empresas. Van a lo suyo como nosotros vamos a lo nuestro. ¿O acaso España pide lo que pide al BCE, a la Comisión y al FMI, pensando en lo que conviene a Alemania? Desde luego que no. Mientras los germanos sean más influyentes que nadie en los organismos de decisión de la zona euro, van a mirar por lo suyo. Solo una coalición de países interesados en otra política le puede hacer sombra. Una alianza de conveniencia, por descontado. Con un núcleo que hable derivados del latín.