Corren tiempos revueltos por Peinador. El aeropuerto vigués se encuentra sumido en una de sus peores crisis y la búsqueda de la solución no parece sencilla, y menos cuando está en medio de una peligrosa encrucijada.

La situación convulsa que se vive en los aeropuertos gallegos viene en gran parte provocada por la incursión de Ryanair en rutas nacionales desde Lavacolla, lo que no ha hecho más que distorsionar el mercado, dejando a Peinador y Alvedro con el agua al cuello. Que nadie piense que Oporto tiene la culpa; no es nuestra competencia, Sá Carneiro juega en otra liga.

En A Coruña temían por Alvedro y apostaron por salvarlo mediante subvenciones. Se puede criticar la forma, por aquello de si pagar es lo correcto o no, pero parece lícito que quieran salvar lo que se considera una infraestructura básica para ellos. Es la defensa de su patrimonio.

¿Qué solución tenemos para Peinador? Entre no hacer nada y dejarlo morir o errar en el intento, yo me quedo con la segunda. Mientras se decide si nos coordinamos o no, que si ésta o aquella es la mejor propuesta, los aeropuertos que nos rodean siguen aplicando sus políticas de promoción, acertadas o no para el bien común de Galicia, pero que, a fin de cuentas, aportan resultados reales a las estadísticas. No olvidemos que el Ave Fénix no es más que pura mitología, y renacer de las cenizas es más que prácticamente imposible. Es una utopía y la urna para las cenizas de Peinador pronto se encargará como sigamos así.

La solución correcta, la que aporta coherencia y que permitiría asentar nuevas rutas desde Peinador es la que pasa por la promoción y la gestión técnica. Parece increíble que sea posible gastarse cien millones de euros en ampliar unas infraestructuras, pero que nadie esté dispuesto a pagar el sueldo a una persona para que lo promocione. Las aerolíneas tienen como objeto la venta de billetes, no el cobro de subvenciones, por lo que trabajando con ellas aquellas rutas que tengan una demanda demostrable llegarán los resultados.

Estamos a tiempo de poner remedio a la situación. Cuando sea tarde y veamos el aeropuerto cerrado o con horarios de tráfico limitados, sólo nos quedará el derecho al pataleo, pero ya anticipo que su efectividad será nula.

*Experto aeroportuario