La mejor serie española de televisión jamás rodada se titula "Crematorio", se inspira en una novela excepcional de Rafael Chirbes, quizá uno de los tres escritores españoles más importantes de la actualidad, y cuenta con una interpretación insuperable del fallecido Pepe Sancho. Corrupción, codicia: España al desnudo. ¿Y cómo arranca? Con una frase brutal: "Los ricos nunca pueden ser demasiados. Si muchos tienen mucho dinero el dinero pierde valor, ya no es útil. Es así de sencillo. Hace tiempo que se acabó la gran comilona. Eso de comérselo todo muy deprisa antes de que te lo quiten del plato. Ahora ha llegado el momento de la moral pública. Cuando uno se civiliza hay que aprender nuevas cosas: a servir el banquete, elegir las etiquetas de los vinos, saber manejar los cubiertos?"

También se escuchan preguntas demoledoras: "Si la vida se te ha ido a la mierda, ¿de dónde sacas fuerzas para ser buena gente?". O frases pincho: "Si te espera dinero fuera, la cárcel es menor cárcel". La buena literatura es lo que tiene: no pasa de moda, pasa de las modas. Y te sigue abriendo los ojos cuando todo a tu alrededor es oscuridad y el instinto te tienta para que los cierres o mires a otro lado. En "La peste", Camus escribía: "Me avengo a ser lo que soy, he conseguido llegar a la modestia".

En estos tiempos donde los borregos de oro circulan a toda velocidad por vías de circulación más iva, en esta época en la que los ideales se ha convertido en intereses y los sueños pasan por caja sí o también, la modestia de aceptar lo que uno es sin engañarse ni corromperse es una proeza.

Hay personas que no son felices porque no pueden comprar el cochazo que piensan que merecen. Y así van por el mundo, amargados por no poder exhibir conquistas que los equipararían con el objeto de sus envidias.

Y se consideran, como decía Hermann Hesse, perfectos, "pero es solo porque exigen menos de sí mismos que del resto", listos para un crematorio de fuego fatuo.