¿Debería sorprender el imperialismo alemán, que quiere una Europa germanizada, ahora mediante la economía? El asunto viene de muy lejos, y también de muy abajo: de la lógica interna de la tierra, o sea, de la geografía. La UE (CEE) nació como media Europa, dejando a la otra media al lado opuesto del llamado "telón de acero", que partía justo por la mitad a Alemania y a su capital. La caída del telón puso fin a esa hemieuropa, y a toda prisa la UE fue ampliada hacia el Este, tras lo cual Alemania volvió a ocupar su sitio natural: el centro.

Esa centralidad histórica se adorna de otros equilibrios interiores: el que existe entre las religiones cristianas que conviven allí, el de su modelo territorial que compensa tensiones, el que hay entre la fuerza del cuerpo económico y la del espíritu (la más alta música y filosofía). Esa es la parte apolínea. La dionisiaca es la voluntad de poder.