Ostras, ¿y si los cambios televisivos no fueran graduales, sino revoluciones televisivas? ¿Y si la tele funcionara como dijo Tomás Kuhn hace 50 años que funciona la ciencia? ¿Y si estuviéramos viviendo un cambio de paradigma televisivo sin darnos cuenta? ¿Y si tanta palabrería en un artículo sobre crítica de televisión solo fuera un pretexto para hablar de la escalada armamentística de los sábados por la noche entre "El gran debate" de Telecinco y "La Sexta noche" en La Sexta?

Es que el despliegue del sábado fue morrocotudo. La bomba de la noche fue la presencia de Rubalcaba a pecho descubierto en "El gran debate". ¿Cómo interpretarla? Entre los contertulios del programa hubo una curiosa unanimidad acerca de la valentía de Rubalcaba al dar la cara sin imponer ni negociar preguntas, temas o periodistas. Otros preferirán señalar que se trató de un intento desesperado por salvar los restos de su naufragio en el debate sobre el estado de la nación. Aquí apostamos a que solo fue la punta del iceberg del cambio de paradigma televisivo que estamos viviendo: la marea rosa y famosil pierde su hegemonía mientras la política ocupa su lugar en tertulias, entrevistas y cotilleos.

Por "La Sexta noche" desfilaron Cayo Lara, de IU; José Bono, del PSOE; Rosa Díez, de UPyD; López Riesco, hasta anteayer alcalde del PP de Ponferrada, y Miguel Ángel Revilla, del PRC y ahora faro de Occidente. "El gran debate" se defendió de este fuego graneado con la bomba de Rubalcaba. ¡Y devolviendo a Javier Sardá al redil de Telecinco en un intento terrorífico de convertir a Pedro Ruiz en el Beppe Grillo español! Y de todo lo visto, lo mejor fue lo no visto: nadie entrevistó a Ismael Álvarez, condenado por acoso sexual en el "caso Nevenka" y causante del último escándalo político del país.

¿Triunfará el nuevo paradigma televisivo político? Si alguien paga un pastón al convicto Álvarez por una entrevista o si el plasma de Rajoy acepta visitar el plató de Telecinco o La Sexta en las próximas semanas, sabremos que sí.