Aquí se dijo hace días que la única historia que aguantaba el actual metraje fílmico XXL era "Argo", a la que calificaba de epopeya patriótica. Una redundancia para mayor énfasis, claro, porque toda epopeya es patriótica. Hollywood siempre ha sido así, a ratos ceba la más brutal autocrítica, pero luego se mete un chute de patriotismo para no descolocarse del sistema y, de paso, colocarse un poco. Esta vez ha servido, además, a dos "rojos" americanos (Affleck, director, Clooney, productor) para lavar su cara y la de la CIA, acreditando que se puede ser rojo y patriota. Se trata de una historia de "hazañas bélicas" puesta al día, pero a la vez es un filme espléndido, con secuencias tan colosales como la del asalto a la Embajada, y mantiene el ritmo 120 minutos, sin necesidad de acelerarnos el pulso. El cine, como la música, es tiempo, y cuando un filme se sale de esas vías descarrila. Éste no.