Uno de los mayores escándalos de la fiscalidad europea es la competencia desleal que se hacen entre sí los países para atraer inversiones y gracias a la cual las empresas multinacionales sustraen al fisco del país donde operan millones de euros. Millones especialmente necesarios ahora cuando las arcas públicas están vacías.

El "dumping" fiscal, pues no tienen otro nombre esas prácticas, convierte a la Unión Europea en un espacio donde cada cual va a lo suyo sin que parezcan importarle las consecuencias económicas y sociales para los demás.

¿Cómo se explica, si no, la disparidad entre los impuestos que pagan las sociedades en Irlanda, un 12,5 por ciento, o el 10 por ciento de Chipre y Bulgaria, frente al 24 por ciento del Reino Unido, el 21,8 de Alemania, el 27,5 por ciento en Italia, el 30 por ciento (teórico porque hay luego deducciones y exenciones que lo rebajan mucho) de España o el 35 por ciento de Estados Unidos? ¿Cómo se tolera tal situación y no se exige sin más demora una armonización a nivel europeo?

Irlanda, el país al que la prensa económica anglosajona elogiaba como "el tigre celta", logró su despegue económico en muy buena parte gracias a esa competencia desleal, que hizo que numerosas multinacionales estadounidenses, en busca siempre de dónde pagar los impuestos más bajos, decidieran transferir allí sus beneficios.

Uno de los países perjudicados es Italia, cuya Guardia de Finanzas está investigando los impuestos que al parecer no ha pagado en los últimos cinco años una empresa como Google. Y al igual que Italia, el fisco francés quiere ver la forma de hacer pagar lo que deben no sólo a Google, sino también a otras grandes multinacionales de Estados Unidos como Facebook, Amazon o Apple. Como reconoció su ministro de Economía, el socialista Pierre Moscovici, el sistema fiscal de su país no está preparado para las nuevas "formas de transacción de la economía digital". Lo cual representa no sólo una pérdida para las arcas públicas sino también "una desventaja para las empresas francesas".

Roma ha tomado la delantera en la lucha contra esas prácticas de las multinacionales, que en el caso concreto de Google permite a la empresa transferir a Irlanda, donde el grupo tiene el centro de operaciones europeo, los beneficios obtenidos de sus actividades en Italia gracias a la publicidad que acompaña las búsquedas de sus usuarios.

Según la Guardia de Finanzas, entre el año 2002 y el 2006, Google facturó en Italia 237 millones euros, por los cuales no pagó un solo euro al fisco. Su cifra de negocios no ha dejado de aumentar y así, según la prensa italiana, en 2009 su facturación fue de 400 millones y en 2011 pasó a 550 millones.

Google Irlanda no presenta declaración de impuestos allí porque argumenta que su filial milanesa sólo presta servicios de "marketing" o de asistencia a cuenta de la central irlandesa, que es la que firma los contratos con sus clientes. Supuesta limitación que no convence, sin embargo, a las autoridades italianas, quienes consideran por el contrario que Google cuenta en ese país con una "organización estable" y que en el período de tiempo analizado debería haber pagado al fisco italiano varios cientos de millones de euros.

Los supuestos trucos de que se sirven Google y otras multinacionales para evadir dinero al fisco han sido analizados por John Christensen, ex asesor del Gobierno británico y coordinador en el Reino Unido del grupo contra la evasión fiscal global denominado "Tax Justice" (Justicia Impositiva).

Según explica Christensen en el semanario "L´Espresso", las multinacionales estadounidenses transfieren sus beneficios precisamente a Irlanda porque los acuerdos previstos en los tratados internacionales firmados por ese país les permiten reducir la imposición fiscal real a "valores mínimos, inferiores al 10 por ciento".

Se trata de un mecanismo conocido como "transfer pricing", por el cual los beneficios son transferidos desde Italia a sociedades con sede en paraísos fiscales como las islas Caimán o Bermudas mientras que los costos se atribuyen a las sociedades establecidas donde los impuestos son por el contrario más altos.

Uno de esos mecanismos es el conocido como "Double Irish" (Doble Irlandés), que ese experto británico explica así: Se trata de hacer que interactúen dos sociedades constituidas en Irlanda, una de las cuales reside fiscalmente offshore (en un paraíso fiscal). De esa manera se transfieren, por ejemplo, a Bermudas los beneficios de la explotación de los derechos de propiedad intelectual.

Este mecanismo, dice Christensen, puede "afinarse aún más gracias a otra sociedad del mismo grupo registrada en Holanda, ya que la ley irlandesa establece determinadas exenciones para las transferencias de "royalties" hacia otros países de la Unión Europea".

De esa manera, agrega, apenas tienen importancia las diferencias entre los impuestos de sociedades que aplican unos países y otros ya que, gracias a esa triangulación con paraísos fiscales y al trabajo de equipos de abogados bien pagados, la tributación puede "reducirse a cero". Y así, ¿hasta cuándo?