Si los muros del castillo y las paredes de la residencia que enmarcan el conjunto monumental de Soutomaior hablasen y tuviésemos que elegir una sola opción, el dilema sería morrocotudo: no sabríamos si quedarnos con las revelaciones históricas del primero, o con los secretos contemporáneos de la segunda. O sea, del conde de Camiña al marqués de la Vega de Armijo; o de Rajoy a Louzán. Ahí es nada.

Tal y como ahora lo conocemos hoy, el Castillo de Soutomaior fue inaugurado a bombo y platillo hace veinticinco años por estas fechas. Tras un retraso forzado por la grave crisis abierta en Alianza Popular, a causa del órdago lanzado por José Luís Barreiro Rivas contra Gerardo Fernández Albor que fracturó aquella gran familia, al fin pudo llevarse a cabo su reapertura oficial.

Unos setecientos invitados asistieron al ceremonial de rigor, que tuvo lugar a media tarde del 15 de mayo de 1987. El presidente de la Xunta, Fernández Albor, y el presidente de la Diputación, García del Valle, encabezaron el numeroso elenco de autoridades y representaciones, donde no faltaron Mariano Rajoy Brey y José Antonio Rueda Crespo, principales artífices de la rehabilitación acometida.

El pueblo de Soutomaior no fue invitado, pero no quiso perderse la ocasión. Muchos vecinos consiguieron burlar el cordón de vigilancia y se entremezclaron entre los asistentes. Aunque su indumentaria rústica contrastaba entre tanta elegancia general, no hubo que registrar ninguna escena desagradable.

Para entonces, Rajoy había dejado atrás la presidencia de la Diputación y ejercía como vicepresidente de la Xunta. Con su sensatez característica, habló poco en aquel acto y rehuyó todo protagonismo.

Tampoco se excedió mucho en su parlamento Rueda (padre del actual conselleiro), el gran factótum del trabajo ejecutado, que presentó como ejemplo de transformación de un palacio feudal para ponerlo al servicio del pueblo.

La restauración del castillo fue obra de César Portela, en tanto que la rehabilitación de la residencia se encargó a Rafael Fontoira. Pero el vicepresidente de la Diputación optó por rodearse de personal de la institución. El arquitecto provincial, José Enrique Pérez-Arda, controló la parte monumental, en tanto que el propio Rueda, en su condición de ingeniero agrónomo, dirigió la parte agrícola, desde la plantación de viñedos y frutales hasta la mejora de su incomparable bosque de camelias.

El importe total de la rehabilitación acometida superó los 500 millones de pesetas, es decir, diez veces más que el precio pagado por todo el conjunto cinco años antes.

Cuando se inauguró el Castillo de Soutomaior hace un cuarto de siglo, trascendió que Mariano Rajoy y José Luís Barreiro habían mantenido allí dos reuniones secretas para tratar de reconducir sin éxito el cisma sufrido por Alianza Popular.

El 20 de noviembre de aquel mismo año 1987 acogió también una histórica cena, sin luz ni taquígrafos, entre el secretario general de AP, Arturo García Tizón, y Manuel Fraga, para ultimar el congreso regional que enmarcaría su proclamación como candidato a la presidencia de la Xunta, que logró dos años después.

Cuiña Crespo, César Mera y otros dirigentes del PP celebraron allí muchas reuniones, entre discretas, íntimas y reservadas. Esta tradición del Castillo de Soutomaior se ha prolongado hasta ayer mismo, como quien dice, y no sería extraño pensar que Núñez Feijóo y Louzán Abal también han tenido alguna que otra reunión en la cumbre, a la sombra de Pedro Madruga.

A lo largo de todos estos años, Mariano Rajoy ha mantenido su querencia por este conjunto monumental, que forma parte de su legado político. De ahí los cónclaves sonados del PP gallego, año tras año, después de las vacaciones estivales, en su camino hacia el Palacio de la Moncloa.

Probablemente 2012 va a ser el año en que el Castillo de Soutomaior sume a su rica historia la visita institucional del hombre que resultó clave en su restauración, ahora convertido en presidente del Gobierno.

Ocho siglos de gran esplendor histórico

Paio Méndez Sorred es la figura más antigua que va unida en el siglo XII al nacimiento de la fortaleza más popular de la provincia de Pontevedra. A la Casa de Soutomaior corresponde el mérito del lugar que ocupa en la historia de Galicia, con Pedro Madruga como gran referente. Y las mejoras que realizaron los marqueses de la Vega de Armijo contribuyeron a su último esplendor, con tres visitas del rey Alfonso XII.

La fortaleza perdió su deslumbrante pasado noble a principios del siglo XX, cuando fue heredado por la marquesa de Ayerbe, María Vinyals y Correa, popularmente conocida como "la dama roja". Las conspiraciones urdidas por sus moradores terminaron por costarle la propiedad misma.

El Castillo de Soutomaior fue vendido en pública subasta en 1917 y así fue como acabó en manos de Eugenio Carlos de Hostos, quien impulsó su última restauración a partir de 1935. Desde allí se dedicó en cuerpo y alma a recuperar la figura de su padre, Eugenio María, un personaje de leyenda, conocido como "el ciudadano de América".

La morada que pudo ser de Julio Iglesias

Los nietos de aquel último morador, Eugenio Carlos de Hostos (promotor de los "estudios hostonianos" en torno a su padre), fueron quienes realizaron la venta del Castillo de Soutomaior a la Diputación Provincial en tiempos de su primera corporación democrática, que presidía Federico Cifuentes Pérez.

El propio Cifuentes reveló, una vez formalizada esta adquisición, que pasó seis meses de incertidumbre y zozobra dado que la operación se complicó mucho con la aparición en escena de un inesperado comprador de muchísimo caché. Nada menos que Julio Iglesias buscaba con enorme interés en aquella época una mansión aristocrática para reforzar sus vínculos gallegos. El popular cantante barajó la adquisición del Castillo de Soutomaior a golpe de talonario.

Pero la familia Alvear de Hostos se decantó por la Diputación de Pontevedra, una institución que aseguraba la conservación adecuada de tan importante conjunto monumental. Y finalmente la escritura de compra fue firmada ante notario el día 8 de marzo de 1982.

Un proyecto de centro cultural polivalente

La corporación de Cifuentes no solo dejó en herencia a la corporación de Rajoy el Castillo de Soutomaior. También le entregó en bandeja de plata un notable ramillete de propuestas salidas de uno de los concursos de ideas más provechosos que convocó nunca cualquier institución gallega, a fin de acometer la rehabilitación que reclamaba todo el conjunto monumental. Su calidad fue pareja a su cantidad.

César Portela, Daniel Pino, Olimpio Liste, Paco Magán, Fernando Nebot, Pedro López y Carlos Osorio, conformaron un equipo imbatible que ganó aquel concurso con una propuesta integral y multidisciplinar que denominaron "Outono". La idea triunfadora abogó por transformar el Castillo de Soutomaior en un gran centro cultural polivalente.

Las restauraciones acometidas tuvieron una incidencia especial en su gran finca de 25 hectáreas. El acierto general de aquellas intervenciones ha permitido al Castillo de Soutomaior obtener ahora, 25 años después, su reconocimiento como "Jardín de Excelencia" y su elección como sede del Concurso Internacional de la Camelia en 2014.