Así que, oído lo dicho estos días en el Parlamento, parece claro para quien sepa observar que el objetivo de la oposición gallega no pasa por ofrecer alguna alternativa, sino por darle caña a la figura del presidente Feijóo. Probablemente porque la izquierda sabe, vistas las encuestas, que a día de hoy don Alberto supera en mucho a cualquiera de los que se le enfrenten y por tanto reducir esa ventaja resulta clave para intentar volver a la Xunta.

Es probable que sean bastantes los que entiendan semejante estrategia como negativa sus autores y peor aún para el país, pero cada cual es muy dueño de hacer de su capa un sayo. Y por tanto habrá de entenderse como lícita siempre y cuando respete unas ciertas reglas de ética y de estética que mantengan, por difícil que resulte en ese oficio, el juego político a la altura de los países democráticamente civilizados.

Lo malo es que no parece que esa sea la línea elegida por los adversarios del PP. Al menos en los asuntos más llamativos del pleno último. Con referencia especial al de las llamadas preferentes bancarias, que han causado injusticia y graves daños a mucha gente y sobre la que preguntan al presidente de la Xunta, del que saben que no tiene vela en ese entierro. Pero al que meten en el lío para ver si alguien pica y qué pescan.

Item más. En lo que respecta al incendio de las Fragas del Eume, y aparte aspectos concretos que están aún por ser bien explicados, pudo oírse desde el PSOE algo así como que "Feijóo ya tiene su Prestige", lo que es cuando menos una indecencia, aparte de otros añadidos peores sobre la catadura personal -y política- de quien lo dijo que, por cierto, apenas pudo disimilar su satisfacción por su ocurrencia, quizá pensando en la recompensa que obtendría por el servicio.

Resulta más que probable que el señor Núñez Feijóo se ha ya ganado a pulso no pocas críticas en estos años de mandato. Y lógico que reciba incluso las que deberían dirigirse a su equipo, primero porque el que formó es manifiestamente mejorable y, segundo, porque su manía de asumir todas las polémicas lo vuelve más vulnerable al desgaste. Pero hay críticas y críticas, y si no se basan en datos reales, aunque opinables, sino en falacias, son una forma repelente de hacer oposición.

(Queda el asunto del Área Metropolitana de Vigo, que parece destinada por don Abel Caballero a convertirse en otra herramienta de una supuesta conjura contra la primera ciudad de este país. El señor alcalde -que no es Vigo, como el Rey Sol no era Francia- quiere desgastar así la Xunta, pero sobre todo puede perjudicar a los vigueses. Y eso no es de recibo.

¿Verdad...?)