La marcialidad no es lo fuerte de Feijóo

- Ni siquiera el mal tiempo pudo restar un ápice de brillantez a la celebración de la Inmaculada por parte de la Brilat en su base General Morillo de Figueirido. Hacía mucho tiempo que no coincidían allí las máximas autoridades gallegas, provinciales y locales, con el presidente de la Xunta al frente de un ceremonial remozado. Las malas lenguas han comentado con sorna que lo mejor que hace Alberto Núñez Feijóo no es pasar revista a las tropas. Pero eso se arregla ensayando por los pasillos de San Caetano. El meollo de la cuestión está en adivinar si el presidente dijo lo que dijo ("me siento orgulloso de tenerles en casa y quiero que se queden aquí todo el tiempo del mundo"), solo como un buen deseo o por algo más, de cara a ese hipotético traslado de la Brilat fuera de Galicia, que sería todo un mazazo para la economía local.

Contraprogramación entre Louzán y Lores

- El mismo día y a la misma hora de esta semana, la Diputación y el Ayuntamiento proclamaron, a bombo y platillo, la fabulosa programación deportiva que animará Pontevedra a lo largo del próximo año 2012. "Locos por la Vuelta" podría ser el eslogan fácil de los anuncios realizados por Louzán, Lores y Louro. Tres etapas y cuatro días de estancia en nuestra provincia de la caravana multicolor de la Vuelta Ciclista a España. A nuestros mandatarios solo les faltó comparecer en bicicleta de carreras, con los maillots de sus respectivos equipos, Rías Baixas y Pontevedra. ¿Coincidencia o casualidad en esas comparecencias paralelas en Diputación y Ayuntamiento? Ahí está precisamente el meollo de la cuestión: es discernir si hubo o no contraprogramación, de quien contra quien, entre la legitimidad y el despropósito.

Lejos de la liga de honor del buen tapeo

- PontedeTapas es una iniciativa que no merece ningún reproche, por cuanto tiene de muestra de dinamismo e impulso a la promoción de la hostelería local. Recién concluida su tercera edición, los datos de ventas confirman una progresión ascendente de las tapas servidas por los bares participantes en esta campaña, que no son todos los que están, ni mucho menos. O sea que todavía falta bastante camino por recorrer, como para que la nueva concejala de Turismo y Promoción Económica, Carlota Román, pueda echar las campanas al vuelo. Cada cosa a su debido tiempo. El meollo de la cuestión está en valorar si la hostelería pontevedresa está o no suficientemente capacitada y preparada para jugar en esa primera división del tapeo nacional, que son palabras mayores, y requiere algo más que un pincho a 1,5 euros.

Todos los pontevedreses saben muy bien que Xosé Fernando Filgueira Valverde estuvo unido de por vida al Museo Provincial. El título de esta crónica no cuestiona ese aforismo. Obviamente, se refiere al momento en que formalizó su renuncia a la dirección de su institución más querida, tras cumplir 80 años en 1986.

Este año acaba de cumplirse, por tanto, un cuarto de siglo de aquella inevitable despedida. El viejo profesor entendió que dejaba todo atado y bien atado, y que la dirección del Museo de Pontevedra quedaba en buenas manos. Filgueira no dudó un ápice en recomendar como sucesor a Carlos Valle Pérez, su principal colaborador. Y el patronato de la institución no hizo más que ratificar dicha propuesta al año siguiente.

Dentro del marco de la celebración del 175 aniversario de la creación de la Diputación, Rafael Louzán ha desaprovechado una ocasión de oro para llevar a cabo la inauguración oficial del llamado sexto edificio del Museo Provincial como principal acto de dicha conmemoración.

Una celebración especial por parte de su institución patrocinadora en este final del año 2011 habría sido un acierto de su impulsor. También habría estado más que justificada esa coincidencia, como homenaje en recuerdo de Filgueira Valverde, aquel irrepetible director que marcó una época. Habría sido igualmente una magnífica oportunidad de acercar un poco más el nuevo Museo del siglo XXI a los pontevedreses más jóvenes.

La escasa afluencia de visitantes pontevedreses a las múltiples dependencias del Museo Provincial (o si se prefiere, no en el número que debiera producirse, más acorde con sus incontables atractivos) le incomodaba mucho. Filgueira no ocultó ese lamento, una vez más, en la que probablemente fue su última entrevista radiofónica, el mismo año de su fallecimiento en 1996.

Desde entonces he conservado como oro en paño una cinta con aquella singular entrevista, que acabo de desempolvar para escucharla de nuevo con motivo de esta efeméride. Allá va una muestra para abrir boca.

"Trabajé cuanto pude, una veces bien y otras veces mal. Hubo tiempo para aciertos y desaciertos. Solo el que no hace nada no puede equivocarse nunca", dijo a modo de primera reflexión general sobre su incesante actividad cultural y política.

Sin duda conocedor de su enfermedad, Filgueira Valverde dedicó un cariñoso y emocionado recuerdo a todos sus maestros. No olvidó ninguna etapa de su largo aprendizaje, desde la escuela hasta la universidad. "Yo siempre digo --comentó-- que somos nosotros y nuestros maestros".

Quizá por este motivo contestó que le gustaría ser recordado "como maestro y como catedrático; como fundador del Museo Provincial y del Seminario de Estudios Galegos Padre Sarmiento"; y también por su amor "a Pontevedra y a Galicia".

Al hablar de su ciudad, dijo que "Pontevedra ha cambiado mucho: cuando yo era niño, nos conocíamos todos. Éramos amigos o conocidos. Y ahora me cruzo con gente por la calle que no conozco de nada. Esto ha sido efecto del paso de villa a ciudad", reflexionaba con cierta resignación.

En caso de vivir dos o tres años más, habría celebrado mucho la recuperación del palacio de Mugartegui, cuya salvación propuso en aquella entrevista. Al mismo tiempo, hizo un canto a su querida zona monumental por su fuerte atractivo turístico, y recomendó muy especialmente una visita nocturna por parte de cualquier forastero.

A la hora de valorar su etapa como alcalde, subrayó que "hice lo que pude por mejorar la zona monumental y las instituciones culturales", que fueron objetivos principales a lo largo de su mandato.

Cuando el entrevistador se refirió a la instalación de Celulosas en la Ría, y a su intervención como alcalde para conseguir el asentamiento de la fábrica, respondió con rotundidad: "Yo no traje Celulosas a Pontevedra. Llegó ella sola, en la alcaldía anterior a mi mandato". A continuación, se declaró abiertamente partidario de la industrialización "porque trajo cosas muy positivas para Pontevedra". Pero añadió que las molestias y los malos olores de la fábrica de Lourizán "no se pueden justificar".

Al final de la entrevista, el viejo profesor volvió a reiterar su enfado conocido por haberle dado el Ayuntamiento su nombre a una calle. "¡Me parece muy mal! Yo mismo hice como alcalde una ordenanza municipal que prohibía dedicar calles a personas vivas. Me parece una cosa ineficaz, que no tiene interés. ¿Quién sabe hoy en Pontevedra, por ejemplo, quien fue Michelena? Uno debe perdurar por su obra".

A Filgueira no le gustaba nada la politización que conllevaba entonces, y sigue conllevando ahora, la dedicatoria de calles en el seno de las corporaciones municipales. Pero estoy seguro de que, por el contrario, le habría gustado enmarcar la efeméride que motiva esta glosa con esa inauguración pendiente del nuevo Museo Provincial. Desde allá en donde esté, no se habría perdido una celebración tan especial.

Daniel de la Sota, su referencia para la alcaldía

"Dios sitúa en la vida de los hombres y de los pueblos figuras conductoras, sin las cuales sería imposible comprenderlos. Clave en la mía han sido amistades entrañables. Todos las conocéis. Pero hay un hombre que no puedo dejar de mencionar aquí, a quien me ligó tanto el vínculo familiar como la mutua compenetración de ideales y de sentimientos. Hablo de don Daniel de la Sota, padre de la provincia. Ya que no es este momento de trazar programas, valga su nombre por toda una declaración de principios y de propósitos".

Harto significativa fue esta referencia directa, ponderada y explícita de Xosé Fernando Filgueira Valverde en su discurso de toma de posesión como alcalde de Pontevedra, que tuvo lugar el día 10 de noviembre de 1959.

Entonces hacía un año que Daniel de la Sota Valdecilla había sido enterrado en el cementerio de Salcedo, muy cerca de la casa de los padres de su mujer, y también muy próximo a la casa de los padres de Filgueira.

El padre de la mujer de De la Sota, Pedro Casal Martínez, era primo carnal de su padre, José María Filgueira Martínez. Ambos fueron médicos reputados y mantuvieron unas relaciones muy estrechas, que compartieron sus familias respectivas. Este era el parentesco aludido en su alocución por Filgueira Valverde, a quien don Daniel (como era conocido por los pontevedreses de su tiempo) quiso y trató como a un "hijo mayor".

Precisamente de su mano había iniciado Filgueira Valverde su trayectoria pública en 1928, como secretario de la Junta Provincial de Pontevedra del Patronato Nacional de Turismo, que presidía el propio De la Sota, a la sazón también presidente de la Diputación. Una trayectoria muy dilatada, que el entonces director del Instituto y también del Museo, consideró aquel día tan especial de su elección como alcalde "…el momento en que culmina una vida dedicada al servicio de mi ciudad y de su tierra". "Un servicio que pudo haberse confinado --añadió en su discurso-- por vocación y profesión, en el área del estudio de lo que fue, pero que la providencia dirigió de continuo al quehacer actual y al ensueño de un mañana mejor".

La toma de posesión de Filgueira como alcalde de Pontevedra constituyó todo un acontecimiento local. Hacía muchos años que el Ayuntamiento no estaba tan repleto de personalidades y representaciones. Su salón principal se quedó pequeño y mucho público siguió el acto desde los pasillos contiguos. Todo el quién es quién de la época en la ciudad estaba contenido en el listado de asistentes.

El gobernador civil, Fernández Martínez; alcalde accidental, Peláez Casalderrey; general gobernador militar, Fernández-Prieto Domínguez; presidente de la Audiencia, Bescansa y Gutiérrez de Ceballos; fiscal jefe, Conde-Pumpido Ferreiro; presidente de la Diputación, Landín Carrasco; vicepresidente y consejero nacional del Movimiento, Puig Gaite; delegado de Hacienda, Páramo Fernández; arcipreste del Morrazo, García y García, y un largo etcétera; además de los ex alcaldes Ponce de León y González-Posada, así como numerosos amigos llegados de toda Galicia.

Tras la lectura del nombramiento refrendado por el ministro de la Gobernación, Filgueira Valverde juró su cargo de rodillas, con la mano derecha sobre los Evangelios, ante un crucifijo de plata del Gremio de Mareantes cedido para tan especial ocasión. Aquella puesta en escena fue magnífica.