Así que, dicho sin ánimo de incordiar, quizá a estas alturas convendría que los cuadros políticos de este país dejasen de mirarse el ombligo y prestasen algo de atención a las cosas que dice el lado social, o la parte de él que todavía tiene esperanza de que se le atienda. Una atención obligada no ya porque hay mucho de razonable en lo que se sugiere, sino por el mérito indiscutible de seguir creyendo que aún hay remedios, a pesar de todo.

Y no anda escaso, ahora mismo, el catálogo de sugerencias, la verdad. En materia económica, y acerca de cómo dinamizar la actividad de modo que a plazo pueda invertirse la tendencia y crear empleo en vez de paro, tanto grandes empresas como pymes, grupos de expertos e institutos de opinión, han coincidido muchas veces. Es verdad que los gobiernos no los han atendido, pero la realidad demuestra que no habría sido peor si lo hubiesen hecho.

En términos de Galicia hay casos que podrían fácilmente representar el paradigma del autismo que los políticos padecen a la hora de atender las ideas de los que no lo son. En el campo de la economía, estos dos años y medio se han caracterizado por la contabilidad frente a la imaginación, y el balance resulta desolador. Ni una sola de las cifras claves de la macroeconomía han mejorado con esta Xunta, y en cuanto a las de la micro basta mirar alrededor para darse cuenta de cómo están las cosas.

Es por eso por lo que son cada vez más quienes defienden la búsqueda de un remedio eficaz contra el citado autismo y la urgencia de atender algunas de las sugerencias que llegan desde el cuerpo social. Y que podrían considerarse interesadas –alguien va más lejos y habla de egoístas–, pero no necesariamente: al fin y al cabo, lo que le va bien a las empresas y a los autónomos suele reflejarse después en positivo para los intereses de los ciudadanos.

Otro ejemplo de la utilidad de no despreciar por sistema las ideas ajenas nace de la estrategia en infraestructuras ferroviarias. El Eixo Atlántico propuso acciones para asegurar el tramo de AVE Oporto-Vigo, y otro gallo habría cantado si se le hubiese prestado atención; ahora invita a abordar la electrificación de la línea actual para paliar defectos y evitar su liquidación definitiva. Ojalá se sepa entender la propuesta.

En resumen, que a pesar de los pesares, en este país hay aún quien no duda en practicar lo que un orador decimonónico llamó "funesta manía de pensar". Por eso quizá queda todavía esperanza.

¿O no?