Un buen amigo, y fino analista, dice que en realidad la política se rige por la mecánica de Newton. Pero también podría apelarse a la geometría. Ahí ha habido un cambio radical. Las líneas que dividían el espacio político estaban claras (en la semántica más que en la pragmática) y se estaba a un lado o a otro, hasta que esa arquitectura empezó a temblar por efecto de las opciones transversales. El problema está en que la transversalidad no afecta solo al plano que corta los demás, sino que acaba con la tersura de éstos. O sea, que la transversalidad al final cambia toda la estructura, que se vuelve un sistema de transversalidades (en el que, por tanto, ya nada es transversal), con lo que el modelo geométrico caduca. Los viejos del lugar pensamos que en el fondo la antigua geometría sigue ahí y manda en ella la estratificación social, pero es posible que se trate solo de nostalgia.