Opinión | Crónica Política

El cierre

Javier Sánchez de Dios

Así pues, a pocas horas de echarle el cierre al año Xacobeo, quizá no estuviere de más mantener la cautela ante los balances muy optimistas que se van conociendo. Y no se trata de criticar que se le de al cuerpo de los gallegos alguna alegría, que buena falta le hace, sino porque la prudencia sigue siendo la madre de ciencia y hay quien se pierde por ver siempre las botellas llenas.

Se dice lo que precede porque el dato de que el número de peregrinos ha batido récords puede confortar el espíritu, pero la carne económica del país sigue siendo débil. Sobre todo porque no ha habido la proporción que se esperaba entre los viajeros y los ingresos que se calculó que dejarían ni los puestos de trabajo que el flujo crearía. Y, sin eso, el resto sabe pelín raro.

En todo caso, y con la venia, el cierre permite al menos una conclusión global: Galicia no puede esperar la reducción de una crisis a través de un acontecimiento limitado en el tiempo y que además está condicionado por la propia crisis. Y en ese sentido el efecto benéfico que el Gobierno gallego esperaba del Año Santo quedó casi reducido a la imagen, lo que sin ser poco no es bastante.

Dicho eso no estará de más una referencia al trato institucional que el año ha tenido. En lo religioso hay que cantar un hosanna por la presencia del Papa Benedicto XVI, que acudió a Galicia y dio aún más realce al hecho jacobeo y a su eco mundial. En lo civil hay que subrayar el desgraciado papel del presidente Zapatero, aunque algunos no lamenten demasiado su ausencia.

Pero como 2010, aparte de un año jubilar, fue también otro de los de la crisis -y no el último, como anunciaba en su comienzo algún profeta de Moncloa-, obliga también a un balance en lo que a la tarea del Ejecutivo gallego respecta. Y aunque la valoración de don Alberto Núñez ha sido positiva –pero inteligente: tampoco en eso pillan a su señoría con el pie cambiado–, la realidad es bastante peor de lo que prometieron; y las cifras, aparte de tercas, son crueles.

Es cierto que la responsabilidad resulta en gran parte extra autonómica, pero tambien lo es que no todas las consellerías, ni mucho menos, han sabido emplear los recursos de que disponen y el margen de maniobra que tienen. Con excepciones, el balance general del gabinete no es como para tirar cohetes, y acaso por ello son insistentes los rumores de un ajuste quizá después de las municipales. Oficialmente se niega, pero lo que sea sonará.

¿O no...?

Tracking Pixel Contents