Opinión
Descargas contra la democracia
Xavier Domènech
En un país de chiste y despropósito, ciudadanos ejemplares utilizaban alta tecnología para escamotear a los autores culturales el derecho a cobrar por su trabajo, y la sociedad que protegía los derechos de esos autores perseguía a las humildes peluqueras que ponían la radio para pasar el rato. El término medio se hallaba muy lejos, en una tierra ignota llamada sentido común. Ambos extremos se retroalimentaban: las inspecciones chapuceras daban argumentos a los descargadores ilegales, y tales descargas servían de excusa para atosigar a las peluqueras, que optaban por cerrar la radio y canturrear mientras tal actividad no fuera objeto de gravamen.
Nadie parecía muy consciente de lo que se estaban jugando como sociedad. Quizás debieron acudir al pasado para revisitar la película "The Glenn Miller Story", dirigida por Antony Mann y protagonizada por James Stewart, que se estrenó en España con el título "Música y lágrimas". En una secuencia del film, Miller cuenta que está percibiendo un centavo por cada ejemplar vendido de un nuevo invento: el disco de gramófono. Un centavo es muy poco, le dice alguien. Es que he vendido decenas de miles, responde. Un centavo que animó a Miller a grabar más y más discos. Si por aquel entonces hubieran existido las descargas ilegales masivas, ¿habría hecho lo mismo? ¿O se habría contentado con las actuaciones en directo, negando su música a los millones que la disfrutaron enlatada?
Desaprobamos la actitud de quien hurta manzanas de un puesto callejero, abusando de la confianza del frutero hacia sus vecinos, pero nos parece la mar de bien hurtar música o cine. Lo defendemos con un elaborado envoltorio argumental que no se debe echar en saco roto, pero que no puede justificar la apropiación ilícita. Y olvidamos que el cobro de un tanto por copia vendida o difusión ejecutada es el mecanismo que hace depender a los artistas de su éxito de público, lo cual es bastante mas democrático que hacerlos esclavos del príncipe de turno, sea este una administración, un patrocinador o un imperio audiovisual.
Quizás los defectos de la industria cultural son muchos, quizás está demasiado concentrada, quizás sus productos debieran ser aún mas accesibles, quizás el reparto de ingresos entre empresarios y artistas es injusto, pero nada de ello justifica el aval que se está dando a unas actitudes que finalmente, a la larga o a la corta, perjudican a la pluralidad creativa y al protagonismo decisivo del público en la adjudicación de triunfos y fracasos.
- Una familia de Taboada denuncia la desaparición de su hijo de 18 años, que se despidió en las redes
- Despedida de una panadería de Vigo por sisar monedas de las ventas
- Bruno Vila se despide de sus compañeros de los Mozos de Arousa: «Cerrando etapas»
- Renfe cambiará los trenes del Eje Atlántico por otros más lentos y con menos asientos
- Vigo inaugura la Praza da Policía Nacional
- Sin pistas del desaparecido tras peinar el Deza en Taboada y el tramo de su casa a la estación
- Antonio Rossi desvela lo ocurrido con la hija de Anabel Pantoja: así fue la cronología de los hechos
- El Sergas detecta que el 67% de bajas no están justificadas