Opinión | Crónica Política
Los recortes
Javier Sánchez de Dios
De modo que, confirmado el preacuerdo en el centro derecha español -encabezado por el PSOE, que en la política de las cosas de comer es dócil con el FMI, guardián supremo de la doctrina liberal-, por el que se van a recortar más derechos sociales, quizá no esté de más alguna reflexión. Sobre todo para que no se olviden, en el fragor de la bronca estatal, algunos efectos colaterales especialmente graves para los gallegos y por tanto para este Antiguo Reino.
Y es que cuando se habla de pensiones, su cálculo y los periodos de cotización, es necesario recordar que en Galicia el nivel medio de salarios está bastante por debajo del español mientras que el de edad queda muy por encima. Eso quiere decir, primero, que las cotizaciones son más bajas y, segundo, que las pensiones también y que el tiempo por tanto juega más en contra de las futuras clases pasivas gallegas que las de otras autonomías. Punto.
Algunos observadores, sobre todo los que se ubican en el campo de la ortodoxia, insisten en defender los recortes como "inevitables" por la crisis y en pedir a los ciudadanos que se "abrochen el cinturón". Hay incluso quienes, con desfachatez, osan añadir que los políticos que deciden estas cosas dan ejemplo de austeridad y citan los porcentajes de reducción de sus retribuciones, pero omiten con astucia colocar las cifras en su contexto y explicar lo qué significa en realidad el sacrificio para unos, relativamente pocos y para la gran mayoría.
Esos exégetas del stablishment -porque, si se mira bien, eso es lo que son- insisten en lo complejo de la situación y descalifican como ignorantes o demagogos a quienes critican sus medidas y pretenden explicarse de una forma sencilla. Entre ellos, por supuesto, a quienes creen que debe haber alguna vía, quizá intermedia, además de la de refinanciar a los bancos con el dinero que se detrae del que se destinaba a las personas, sobre todo cuando después aquéllos no facilitan a éstas, por la vía del crédito y apelando a la viabilidad, salidas a la asfixia económica que se les produce.
En Galicia, donde el minifundio empresarial y los desequilibrios históricos hacen aún más dependiente su tejido económico y social, esos recortes financieros producidos por las políticas ortodoxas causan un daño añadido enorme. Por eso habría que exigir aplicaciones ponderadas, pero eso sólo podría hacerse desde la unidad del país. El problema está en que de eso, aquí, no existe; es más, hay quien duda de que, a estos efectos, haya siquiera país.
¿O no...?
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