Opinión | Crónicas galantes
Estado de Por Si Acaso
Anxel Vence
Francamente sobresaltado por la huelga de los guardagujas del aire, el Gobierno va a prorrogar unas cuantas semanas más el Estado de alarma en el que vive España desde el pasado día 4, aunque –a decir verdad– no se note mucho. La gente sigue tomando vinos con tranquilidad, no se ha encarcelado a más personal que de costumbre y tampoco es que se perciba mayor desasosiego del habitual en el ambiente. Curados de espantos por la crisis, se diría que los españoles ya ni siquiera hacen caso de las alarmas que el Gobierno publica en el BOE.
Alarmas, lo que se dice alarmas, eran las provocadas en una anterior glaciación política por los estados de excepción que el general Franco decretaba cada dos por tres para poner coto a los avances del comunismo y la judeomasonería. Mucho más chistoso de lo que pudiera sugerir su aspecto de sosainas, el caudillo suspendía durante estos períodos las inexistentes garantías constitucionales de su régimen hasta convertirlo en una dictadura dentro de la dictadura. Una vez que había metido en la cárcel a cuanto rojo anduviese aún suelto, Franco ordenaba –también por decreto– la vuelta al estado de anormal normalidad: y así hasta la próxima redada.
Comparado con aquello, el estado de democrática alarma no tiene color, naturalmente. Puede que suene algo alarmante en lo literal; pero lo cierto es que en la práctica solo ha notado sus efectos un reducido grupo de españoles que estaban en las nubes y a quienes el Gobierno puso a trabajar bajo las órdenes de la autoridad militar (por supuesto). El resto ni se ha enterado de que vivimos en una situación oficialmente excepcional.
Más bien que una alarma, lo que el mando ha decidido prolongar ahora es un Estado de Por Si Acaso. La idea consiste en ponerse la venda antes que la herida en previsión de que los controladores aéreos vuelvan a armar en Navidad un belén como el del pasado puente de la Inmaculada Constitución. Se supone que han de estar algo escaldados, pero, por si acaso no fuera así, el Gobierno ha preferido que sigan bajo la persuasiva disciplina castrense. Quien evita la tentación, evita el peligro.
Sorprende que sean necesarias medidas tan extremas para resolver un asunto de alcance meramente laboral, pero es que los controladores no son un gremio cualquiera. Tampoco lo eran los pilotos de Iberia hace apenas unos años, cuando la falta de competencia entre líneas aéreas les daba un poder de coacción impagable que, curiosamente, solían pagar la compañía y los pasajeros. Las huelgas de pilotaje llegaron a ser entonces un clásico de las vacaciones. Ya fuese en Semana Santa, en verano, en Navidades o en el arranque de cualquier Operación Salida, los aeronautas del monopolio no dejaban pasar la ocasión de hacerles la Pascua a los viajeros tomados como rehenes. Era una tradición española más que, como tantas otras, desapareció tras el ingreso de España en la UE y la eficaz aplicación de las leyes del libre mercado.
Infelizmente, los controladores parecen haberle tomado el relevo a los antiguos pilotos, así en lo tocante a la elevada cuantía del sueldo como en la habilidad para hacer cientos de miles de prisioneros en los aeropuertos de todo el país. Juega a su favor la dificultad de introducir la libre competencia en ese ramo, por más que el Gobierno haga ahora intentos tan meritorios como tardíos de privatizar al menos en parte la conducción del tráfico aéreo en España. Obra en contra de sus intereses gremiales la irritación de la ciudadanía y, sobre todo, el poderoso armamento legislativo que el Estado de alarma pone en manos de la autoridad al mando.
Consciente de que no puede perder ese pulso, el Gobierno ha decidido transformar la alarma en un preventivo Estado de Por Si Acaso. Se conoce que, por una vez y sin que sirva de precedente, alguien parecía encontrarse en estado de gracia.
anxel@arrakis.es
- Primeras palabras de 'El Cordobés' sobre la separación de Virginia Troconis: 'Ahora estoy con...
- «Vivo con la angustia de si va a conseguir salir para quitarse la vida»
- La borrasca Éowyn supera las previsiones en Galicia: ya se registran vientos de más de 170 kilómetros por hora
- Remolcado un portacontenedores que se quedó sin motor a la entrada de la ría de Vigo
- Muere una mujer de 89 años en un incendio en su casa en Porriño
- Una deuda de 215.000 euros ahogó la segunda vida del clásico restaurante Follas Novas de Vigo
- La familia Armada acelera la venta del histórico astillero por cuatro millones
- Qué es el mieloma múltiple, el cáncer incurable que sufría el presentador de TVG Xosé Manuel Piñeiro