Opinión

Se acabó el buen rollito

Pedro de Silva

Wikileaks muestra que en la gran política los dimes y diretes no tienen mucha más altura que en una comunidad de vecinos o el club social de una urbanización, lo cual humaniza a los líderes. Pero el peligro está ahí, pues hay que esperar que las reacciones también se parezcan a las que un chisme provoca en un patio de vecindad. Si el afgano Karzai se entera de que en la casa de Hillary (que es mucho mayor que la suya) comentan que se dedica al trapicheo, o Mohamed VI sabe que un vecino al que consideraba amigo lo acusa de poner la mano, o Hugo Chávez de que Trinidad Jiménez anda diciendo por ahí que está loco, ¿alguien piensa que dirán pelillos a la mar o agua pasada no mueve molino? Dejando a un lado a Berlusconi, cuyo rostro pétreo no se inmuta, la vida en la comunidad internacional va a ser en adelante tan serena y plácida como en Wisteria Lane (la urbe de "Mujeres desesperadas").

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