Opinión

Me lo expliquen

Juan José Millás

Los controladores lo tienen crudo. Marta Domínguez lo tiene crudo. El euro lo tiene crudo. Sabemos lo que han hecho Marta Domínguez y los controladores, pero no tenemos ni idea de las acusaciones que pesan sobre el euro. En todo caso, ¿qué sufrimientos deberían importarnos más, los de la atleta, lo de los señores de las torres de control o los de la moneda única? Ni idea, la verdad, me muevo últimamente por el periódico como un náufrago sin brújula por el desierto. No sé a quién debo odiar, porque lo que está claro es que tengo la obligación de odiar a alguien. El sábado, en una cena de amigos, adopté una posición budista, de despego de todo, y me corrieron a gorrazos.

Pero no me nieguen, amigos, que hay derrotas épicas, fracasos homéricos, desengaños legendarios. Ayer mismo vi en la tele un reportaje según el cual en cada esquina de Palencia hay un homenaje a Marta Domínguez. Llevará su tiempo quitar el nombre de la deportista de las calles, de los polideportivos, quizá de las guarderías, no sé, o de los restaurante que lleven su nombre. Y Marta Domínguez, embarazada de tres meses, asistirá, arruinada moral y económicamente, al desplome de su anterior prestigio. ¿Es o no es para abrazar el budismo o cualquier otra religión que predique el desprendimiento de uno mismo? Si hoy fuéramos usted o yo Marta Domínguez, estaríamos hechos polvo. Lo mismo que si hubiéramos sido hijos de Bernard Madoff los dos años últimos. Por cierto, que se acaba de suicidar uno de ellos, y de mala manera, a la española, como se suicida la gente realmente desesperada. Ni el budismo llegó a tiempo para salvarle.

En cuanto a los controladores, parece que podrían embargar sus bienes para hacer frente a las cuantiosas indemnizaciones solicitadas por los perjudicados. Les queda el consuelo de que, si fueran a la cárcel, podrían seguir controlando el tráfico desde las torres de vigilancia, que son muy altas. Tener trabajo en el trullo es un privilegio; en caso contrario, lo mejor es recurrir una vez más al budismo, como Mario Conde. ¿Pero qué pasa con el euro para que continúe en la cuerda floja? ¿Acaso se dopó, realizó negocios con Madoff, se negó a trabajar? Me lo expliquen, porfa.

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