Opinión | Crónica Política

La ocasión

Javier Sánchez de Dios

A estas alturas, vistos los precedentes y dada la relativa proximidad de las elecciones locales -que se ven como un ensayo general para el intento de liquidación del presidente Zapatero- no hay motivos para esperar que la cumbre entre los señores Feijóo y Blanco sirva de verdad para algo útil. Es posible, desde luego, que cumpla las reglas de protocolo y sus protagonistas no se digan allí algo parecido a lo que declaran en los media, pero casi nadie cree que sea una ocasión para arreglar las cosas.

Y hay mucho que arreglar, conste. En primer lugar, el fracaso en la intención fundacional de los acuerdos de 2009, que era situar determinadas cuestiones -entre ellas el AVE y otras infraestructuras estratégicas- au dessus de la melée partidaria. A día de hoy sólo se puede anotar en el haber de aquel pacto una cierta reducción del ruido, pero en cuanto hay oportunidad, la bronca dialéctica renace y recuerda los tiempos de la maléfica ministra Álvarez, hoy opíparamente recompensada -a saber por qué mérito- en la economía privada.

El segundo de los arreglos urgentes es el que se refiere al cumplimiento de los plazos, tanto de licitación como de adjudicación y realización de obras. Es verdad que algunos parece que se cumplen, pero a base de trucos administrativos para aparentarlo, trucos de mal cumplidor. Y así, para justificar la palabra dada en algunos proyectos que se iban a licitar "en 2010", se aprestan a hacerlo ahora, cuando el año agoniza, lo que es de facto un engaño, aparte de la pérdida real de tiempo. Y de eso Galicia sabe bastante, por desgracia.

En tercer lugar, y ya puestos, no estaría de más que quienes hoy se sientan juntos aprovechasen la ocasión para comprometerse en serio a abandonar la estrategia de culpabilizar al otro en cuanto aparece una dificultad. Esa conducta, reiterada -aunque habría matices en la responsabilidad de cada uno- tan sólo produce desconfianza y luego descrédito: quien lo discuta debería echar un vistazo, despacio, a los resultados de la última encuesta del CIS, en la que los españoles sitúan en cabeza de sus preocupaciones -sólo detrás de la crisis y el paro: menudo dato- a los políticos .

Una buena parte de los observadores está convencida de que no sería razonable que la cumbre se desarrollase con acritud y a su término no se visualizase una cierta cordialidad. Pero aquí todo el mundo tiene memoria y ahora ya la utiliza, de modo que las palabras , aunque sean buenas, quizá no resulten suficientes.

¿Eh...?

Tracking Pixel Contents