De modo que, metido el país –malgré lui, que tampoco conviene engañarse y creer que la Xunta aplica de buena gana aquello de "todos juntos y yo la primera por la senda de la austeridad"– quizá no estorbe alguna reflexión. Con ánimo de colaborar a un debate constructivo en cualquier caso, ya que no todo ha de ser criticar por criticar, como acusa más de un político de fuste y nombradío.

Y es que lo del ahorro –que es la consigna para todos aunque quienes menos padezcan sus efectos son precisamente- los que con sus errores lo han hecho obligado– debiera matizarse para no hacerlo como remedio peor que la enfermedad. Y con las líneas que se van conociendo eso no es ya sólo una hipótesis, sino una probabiljdad que se percibe más próxima cada día.

En el área universitaria, y no importa repetirlo, se nota aún más que en otras la escasa vocación inversora de la autoridad política. En el útimo año y medio, los anuncios que la consellería produjo –y las sugerencias que ha propuesto- hablan solo de reducción, cierres, restricciones y adecuación a una "realidad" que se ve como poco menos que inmutable. Lo que resulta más que dudoso.

Véase, si no y por quien lo dude, la previsión de intenciones para eliminar carreras con baja demanda de alumnos. Los exégetas de la Xunta afirman que se trata de una radiografía de la enseñanza superior gallega, y que no queda otro remedio que aplicar talcomo la clásica definición de Economía Política y priorizar los escasos medios para resolver necesidades abundantes. Eso es lo que hay.

La teoría resulta impecable: No está en discusión que la enseñanza superior haya de atender el vacío o tenga recursos inagotables para dedicar a lo que carece de demanda por falta de salidas laborales. Y tampoco que deba existir una conexión entre lo que sale de las aulas y lo que entra en los empleos. Pero la universidad no es una factoría prêt a porter y yerra mucho quien así la vea.

A partir de ahí es preciso decir que la política universitaria de la Xunta no puede ser solo, radiografiar lo que hay y ahorrar costos, sino inducir lo necesario para fortalecer el futuro del país. Y plantear en Galicia la eliminación de titulaciones como ingenierías forestal o agraria o especialidades en industria naval puede ser pan para hoy, pero también hambre para mañana. Y, por tanto, un error suicida.

Es cierto que las radiografías son claves para según qué dolencias, pero deben interpretarse bien. Para que no se muera el enfermo, sobre todo.

¿Eh?