California podría saludar la legalización de la marihuana con un insólito y nada pío "ave, maría" si los ciudadanos de ese Estado americano deciden apoyar la proposición a favor del cannabis que se votará en referéndum el próximo 2 de noviembre. Extrañamente, la noticia no ha tenido demasiado eco en la España de San Canuto, pero sí en México: ese país que vive tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos, según la doliente frase de Porfirio Díaz.

Todo tiene su explicación. La droga no supone todavía aquí un problema de orden público, pero sí en México, donde el Gobierno libra una cruenta guerra contra las crecidas bandas de narcotraficantes de aquella república.

Tan grave es el desafío a la autoridad del Estado que no pocos intelectuales y políticos mexicanos empiezan a ver con esperanza la posible legalización de la maría en California. Razones no les faltan si se tiene en cuenta que el vecino del norte es el principal consumidor del producto con el que trafican los capos al sur del Río Grande, a quienes la libre venta de marihuana tal vez restase cuota de mercado. Así lo creen, al menos, personalidades de tanto lustre como Carlos Fuentes, Jorge G. Castañeda, Ángeles Mastretta e incluso el ex presidente de México Vicente Fox, entre una ancha nómina de partidarios de legalizar el canuto.

No es la opinión general ni aun la mayoritaria, naturalmente. Los que están lejos de ver ventaja alguna en la liberalización de las drogas alegan que una decisión de ese tipo debería ser adoptada a escala mundial, hipótesis que a día de hoy resulta más bien improbable. Sostienen, además, que la libre venta de estupefacientes incrementaría su consumo sin ofrecer a cambio garantías de desaparición de los capos y sus bandas.

Larga en el tiempo, la polémica que enfrenta a prohibicionistas y permisivos va a durar aún muchos años más. Solo los votantes californianos podrían introducir alguna variante en ese pronóstico si el próximo día 2 optan por apoyar la legalización del cannabis. Las razones son obvias.

No hará falta recordar que las leyes de Estados Unidos –tal que, un suponer, la del tabaco– suelen ser adoptadas más bien pronto que tarde por los gobiernos de España, de lo que fácilmente se infiere que alguna repercusión tendrá aquí lo que se decida en California. Este es un país distante y sobre todo distinto del México donde tanto inquieta lo que suceda en USA; pero a veces la lejanía engaña. Un océano de por medio no ha impedido, desde luego, que España le copiase casi todo a la paradójicamente detestada Norteamérica: ya sean los pantalones vaqueros, ya el debate sobre el estado de la nación, ya las elecciones primarias, ya la fiesta de Halloween. Incluso consiguieron que abandonásemos el histórico hábito de los ducados y los celtas para pasarnos al winston, por más que este último tomase en España la denominación autóctona de "rubio de batea".

Con tales precedentes, no resulta aventurado pensar que la vieja fascinación de los españoles –y de sus políticos– por todo aquello que llega de Estados Unidos inspire una competencia entre el Gobierno central y los reinos autónomos para ver cuál es el primero en organizar un referéndum sobre el canuto. Depende de lo que digan los californianos.

No deja de ser llamativo, en todo caso, que esta iniciativa proceda de la California gobernada por un actor de nombre Arnold que une a su impronunciable apellido una justa fama de Terminator conservador en lucha contra los liberales (que es como llaman a los progres en USA). Aún resulta más singular que bautizasen la ley del cáñamo como Proposición 19. Visto que en algunos estados de Norteamérica todavía está prohibido el sexo oral, quizá fuese más oportuno empezar por la Proposición 69; pero se conoce que son otras las prioridades de allí. Y por tanto, las de aquí. Al tiempo.

anxel@arrakis.es