Leí en el FARO del domingo pasado una noticia que me encantó: "Coren proyecta dedicar montes quemados a pastoreo de vacas autóctonas". Es un tema que me preocupa, y me ocupa, desde hace muchos años y, especialmente, en cuanto a Galicia se refiere, desde los "fuegos olímpicos" de 2006 que arrasaron miles de hectáreas de monte.

Escribí entonces que la enorme extensión de las superficies, arboladas o no, que habían ardido en Galicia deberían hacernos pensar en la conveniencia de crear las condiciones necesarias para iniciar un programa de desarrollo diversificado, no sólo forestal, que posibilitara la explotación rentable y competitiva de las superficies arrasadas, creando puestos de trabajo estables. Se trata en muchos casos de empezar de cero, aprovechando la experiencia adquirida para no volver a caer en viejos errores. En este sentido es una suerte que Coren esté desde hace siete años desarrollando un proyecto piloto en Maus de Salas.

En las superficies quemadas, además del proyecto de Coren para la cría de vacuno de carne en libertad, puede haber una larga serie de actividades a desarrollar, sin olvidarnos de la explotación forestal, permitiendo una diversificación tanto empresarial como territorial que evite la existencia de grandes superficies arboladas sin solución de continuidad. Estoy pensando en actividades de ocio (caza, mayor y menor, pesca, hípica, turismo rural, gastronomía, delicatessen, artesanía, senderismo), en la ganadería extensiva (caballos, por supuesto vacas aunque sean de razas que no estén en peligro de extinción, ovejas, cerdos y en la comercialización e industrialización de sus productos), en la agricultura de montaña (arbustos y árboles frutales, incluso olivar y viñedo, plantas medicinales, etc., y en la comercialización e industrialización de sus productos) aunque quizás con la legislación actual no se puedan realizar actividades agrícolas en tierras calificadas como forestales, en el aprovechamiento energético de la biomasa, en industrias relacionadas con la madera o el corcho, etc.

Teniendo en cuenta la diferente personalidad de los propietarios de los montes quemados (en mano común, de particulares, de propiedad institucional) y de su previsible escaso conocimiento de las actividades a emprender, sería necesario que dispusieran de asesoramiento sobre las nuevas posibilidades, las inversiones a realizar y su explotación posterior, así como de la financiación adecuada, en plazos y períodos de carencia, en función de su capacidad de reembolso. Obviamente, no es el caso de Coren, que cuenta con un buen equipo técnico.

Entiendo que todas estas actuaciones podrían recibir las máximas ayudas para el desarrollo rural previstas en la PAC. Qué duda cabe de que se trata de acciones dirigidas a conseguir un desarrollo rural sostenible, a luchar eficazmente contra los incendios forestales y a proteger el paisaje. Las dificultades siempre han generado oportunidades y la catástrofe provocada por los incendios puede constituir una ocasión de oro para propiciar el desarrollo de muchas comarcas gallegas. No debemos precipitarnos repoblando forestalmente las zonas afectadas sin previamente hacer un análisis profundo sobre la situación actual y sin planificar los aprovechamientos futuros.

Según Darwin los que sobreviven no son los más fuertes ni los más inteligentes sino los que mejor se adaptan a los cambios.