Hace 60 años el principal problema social de España era el "problema de la vivienda". Como no había bastantes, la gente se hacinaba en cuartos con derecho a cocina, que compartían varias familias. De aquella hambre almacenada, y de la migración a las ciudades, vino la explosión de los años 60 y 70, pues la memoria de la carencia hizo que el horizonte vital de la gente fuera tener un piso propio. En los años 80 y 90 del siglo XX la inercia de aquella pulsión de identificar riqueza con propiedad sobre ladrillos dio lugar a que las holguras de muchas familias llevaran de forma compulsiva a la 2ª y 3ª vivienda, impulsando oferta desmedida y especulación. Ese es en gran parte el origen de la burbuja inmobiliaria, y de un nuevo "problema de la vivienda", el del millón de pisos sin vender. Ahora sería el momento de poner en orden los instintos, pero de planificación nadie quiere hablar.