Pues no le va a resultar nada fácil, la verdad, a los responsables de la llamada política social de la Xunnta explicarle a la sociedad eso de que por un lado se afirme solemnemente que no habrá recortes y, por otro, dejar sin suplemento de renta a más de cincuenta mil personas cuyos ingresos están por debajo del nivel estimado de pobreza. Sobre todo cuando la tijera se aplica a una decisión del Gobierno anterior, lo que, le da un toque añadido de matiz sectario.

Es evidente, y se ha repetido ya hasta la saciedad, que los tiempos son los que son, hay el dinero que hay y por lo tanto la prédica de la austeridad y los ahorros se han convertido en un dogma de fe. Y lo es también que hay aquí quien da ejemplo, del señor presidente para abajo, a la hora de reducir sus salarios -lo del ahorro en personal ya se vio que no: los Presupuestos contemplan un aumento multimillonario en ese capítulo de gasto-, pero ni aún así se entiende.

Quizá sea cuestión de filosofía y no sólo de contabilidad. A lo mejor resulta que aparte de estudiar un nuevo modelo de sistema productivo habría que reconsiderar unas cuantas de las cosas que se han hecho y que, ante ese cambio y esta realidad, resultan del todo insostenibles. Entes, Fundaciones, Consejos o Institutos de la época de la opulencia se revelan hoy insostenibles, y curiosamente sus directivos son los que menos padecen el ahorro que otros aplican. Y ya está bien.

Este periódico publicaba ayer mismo unas cuantas de las paradojas que se dan en este país y que nadie entiende, salvo que se considere que una buena parte de su estructura se pensó para la alharaca y el oropel. Es inaudito que el responsable del Igape cobre más que el del país, e intolerable que también ocurra con el director general de la televisión pública. Y no se puede aceptar sin sonrojo que consejeros de Institutos o Fundaciones, entre unas cosas y otras, se lleven a casa más dinero que los miembros del Gobierno. No es justo y, además, se mire como se mire tampoco resulta muy lógico.

Si esta Xunta quiere meter la tijera, y a fe que seguramente le será inevitable, en gastos prescindibles tiene donde aplicarse bastante antes que en los complementos a las rentas más bajas. Hay aquí colectivos adscritos a la sopa boba y a los que cuidan con esmero -no se sabe bien por qué, pero se sospecha- todos los gobiernos que han sido. Se han citado unos cuantos y se podrían especificar más, pero aún no es tiempo de editar el catálogo.

¿Eh?