San Internet nos ayude. Desde la Era Internet un nuevo lenguaje se apodera del hispánico jardín de las palabras y llega incluso a convertir en analfabetas a las clases más preparadas de la población, planteando la inevitabilidad de un reciclaje al sector tradicionalmente culto de la misma. Pruebe usted mismo, si pertenece a una generación madura y se siente medianamente instruido, a explicarle a uno de estos mozuelos expertos en sistemas informáticos el problema que tiene con su ordenador. De repente se encontrará con que le faltan palabras para describir lo que quiere, y el informático zagal le mirará con cara de estupor creyendo que lo suyo es un alzheimer.

Ya no es sólo es toda esa nueva termininología, producto de la colonización anglófona por medio de la cual incorporan a nuestro lenguaje, el de Lope, Quevedo y Gracián, exabruptos como "software" o palabras terminadas en -ing como "footing" o "smooking". Es que, además, toman prestadas las que les convienen para dotarles de otro significado. ¿Probamos con la palabra "nube"? Antes, cuando a las cosas se las llamaba por su nombre, una nube era una masa de gotas de agua suspendidas en la atmósfera pero ya no sólo es eso sino que la "nube" es el término que "de momento" dan los expertos en Informática a toda esa información inmensa que se va alojando en la red (el software, dicen ellos) y genera una nueva forma de vida digital de la que somos peligrosamente dependientes. ¿Nos envolverá la nube y pondrá en peligro nuestra seguridad y privacidad?

Pero en ese nuevo mundo digital en el que todos pueden participar, no sólo se nos secuestran las palabras sino que la información fluye libremente y sin control como un caballo desbocado al que nadie puede ponerle las bridas. ¿Ha oído hablar de las monjas pajilleras? Es una de esas informaciones con innumerables visitas en la red. En diciembre de 1840 se autorizaba la creación (merced a una especialísima dispensa del Obispo de Andalucía) del Cuerpo de Pajilleras del Hospicio de San Juan de Dios, de Málaga. Las pajilleras de caridad (como se las empezó a denominar en toda la península) eran mujeres que, sin importar su aspecto físico o edad, prestaban consuelo con maniobras de masturbación a los numerosos soldados heridos en las batallas de la guerra carlista española. El clima emocional cambió radicalmente en el pabellón y los temperamentales hombres de armas volvieron a departir cortésmente entre sí, aún cuando en muchos casos, hubiesen militado en bandos opuestos. Tal éxito propició la creación de cuerpos de pajilleras por todo el territorio nacional, agrupadas bajo distintas asociaciones y modalidades. Surgieron, de esta suerte, el Cuerpo de Pajilleras de La Reina, Las Pajilleras del Socorro de Huelva, Las Esclavas de la Pajilla del Corazón y ya entrado el siglo XX, las Pajilleras de la Pasionaria que tanto auxilio brindarían a las tropas de la República.

A mí no me parecería mal que por fe en algún Dios y solidaridad con las necesidades más elementales de los hombres, que suelen ser sexuales, hubiera existido una orden de monjas de la Misericordia Corporal especializada en estas artes manuales para ayudar al enfermo. Sería un acto quizás piadoso. Pero no es más que una de las rotundas mentiras que circulan por Internet y que siguen la lógica fascinante que Goebbels inyectó al nazismo y luego copiaron los publicistas contemporáneos: una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad. No hace falta firmar en Internet y muchísimas veces nadie es responsable de lo que está escrito o publicado. Todos quieren salir de su anonimato, todos quieren ser periodistas en un día y la bazofia inunda la red. Con las pajilleras, alguien podría dudar pero la sospecha de falsedad aumenta cuando el autor habla sólo de las de La Pasionaria al servicio de la República y no cita ninguna orden al servicio del ejército de Franco, que era mucho más de Dios y por tanto más merecedor de tales prebendas. No, no, jamás hubo tal Orden aunque sí sabemos que, sin salir de Galicia, hay muchos pajilleros entre nuestros hombres públicos. Tan seguros estamos de eso como que dentro de poco, tras la lectura de este artículo, aparecerá una ONG de pajilleros, porque las oenegés son como órdenes pero sin Dios. La versión contemporánea y laica de la antigua misericordia religiosa. Hay oenegés de todo pero esa, la de pajilleros, no la tenemos.