Las versiones sobre los sucesos del 23 de febrero de 1981 siguen interesando al público, pese a los casi treinta años transcurridos. Al serial de Televisión Española titulado El día más difícil del Rey le ha seguido un libro de Javier Cercas, Anatomía de un instante. En el primero de los citados, el chico de la película es, por descontado, Juan Carlos de Borbón que, en compañía de su fiel Sabino Fernández Campo, desmonta una conspiración, para en seco un golpe militar ya en marcha contra el régimen constitucional y salva del oprobio a la joven democracia española. Todo ello en un estilo cinematográfico que recuerda las intrigas palaciegas de aquel inolvidable Prisionero de Zenda que protagonizaron Steward Granger y James Mason, aunque esta vez sin duelo a espada en el interior de un castillo balcánico. Hubiera sido bonito ver al Rey, florete en mano, enfrentándose a Tejero en los salones del Congreso (un decorado precioso para un duelo de esa clase por la abundancia de escaleras, barandillas y cortinajes), pero no fue posible. Al final, la crisis se resolvió a base de telefonazos, idas y venidas, cabildeos y con todo el personal implicado tentándose la ropa y la nómina, por si acaso. En realidad, El día más difícil del Rey (y mira que tuvo días difíciles este hombre) acabó siendo el día más feliz del Rey, porque, desde entonces, se convirtió en una figura indiscutible e indiscutida, eliminando las reticencias derivadas de su instauración en el trono por Franco. Y habría que felicitar por ello al guionista que ideó la trama, salvo que nos avisen, como en tantas películas, de que “cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia”. En la versión de Javier Cercas, en cambio, hay aspectos fundamentales que no encajan con la historia oficial. Según el autor del libro, el Rey, la embajada norteamericana, el Ejército, los partidos políticos de la oposición y hasta muchos notables de la UCD gobernante, estaban molestos con la gestión de Suárez y querían quitárselo de encima. Don Adolfo, que había sido elegido por el Rey como “chico de los recados”, empezó a discurrir por cuenta propia, se negó a entrar en la OTAN y no estableció relaciones diplomáticas con Israel. Además, ETA mataba más que nunca y la crisis económica apretaba. La tesis de Cercas es que hubo tres proyectos distintos de golpe militar para reconducir la situación, aunque la dimisión de Suárez aceleró los planes y precipitó los acontecimientos, intentado cada grupo ganar ventaja sobre el otro. Alguno de esos tres proyectos no sólo era conocido por el Rey y por la clase política sino también apoyado por ellos. La revelación no constituye ninguna novedad porque antes de este libro hubo otros, aunque sin tanta difusión y apoyo editorial, como los de Joan Garcés, José Luis Morales y el ex coronel de Estado Mayor Amadeo Martínez Inglés, en los que se dice todo eso con la mayor claridad. El militar concluye que fue la conducta de Tejero, el eslabón loco de la conspiración, quien propició una marcha atrás en los planes y le puso en bandeja al Rey ejercer el papel de salvador de la democracia. En algunas películas también pasa eso, y el director cambia el final previsto de una manera mucho más conveniente.