Fiesta “on the beach”

Hacía tiempo que no dábamos aquí fe de alguna fiesta y, mirad por donde, nos ha caído en las manos la concelebrada por Patxo Martínez Sasía en su casa de Samil, con la bendición “casti connubi” con indulgencia plenaria de Mary Luz Villar, su a la sazón sentida esposa. Cumplía el recio varón Patxo la silente edad de 60 aunque llevada con buen humor, garbo y donosura y se dijo: “De aquí saco una medida anticrisis, o sea un festorrón que los dejo afónicos del canto”. No estuve allí pero fui testigo al día siguiente de cómo una rubia invitada de apellido Durán hablaba no más que por señas de lo mucho cantado, hecho el la,la,la e interpretado los temas de los años 60 que un nuevo trío musical puso al respetable en bandeja. El trío novel en cuestión lo formaban Carlos Mateo, José Fernando Carrera y Fernando Ferreira (autor del libro “Vigo Ye-ye), que se movieron entre Brincos, Beatles y cantantes étnicos sesenteros con gran aplauso de varones de la ingeniería como Chema Moreu, José Antonio Lagares o Alberto Moreno, de la medicina como Otero Vich, de las notarías como Gerardo García Boente, de las antigüedades como Juan Lepina... sin que faltaran damas de la Inspección del Trabajo como Lolón Tena, o de otros altos menesteres como June Picke Tenant o B. P. Borrajo. Dícese que los Hnos Villar, Mary Luz, María José y Sindo salieron a hombros tras vuelta al ruedo por su labor de “caterinazgo”.

De cosas de comer

Y que me fui al restaurante Gamboa no más que a picotear algo y me encontré nuevo equipo y gerencia, por lo que después supe acordada con Bibiano Morón. Y es que Bibi empieza temporada de conciertos (incluso ha hecho promesa de volver al gimnasio porque se le han desbordado los abdominales) y prefiere una relación más sosegada con este antiguo bar. Vuelve Silvia Perg a la cocina para seguir con similar carta pero con ella estará Fernando Bouzón supervisando, que es un uruguayogallego y currante de ley que a su vez regenta un mesón muy concurrido en Pintor Colmeiro: “A Nosa viña”.

Jam sessions gaiteras

La ciudad está poblada por tal número de restaurantes, bares o tabernas que es imposible siquiera imaginarlos. El azar llevóme en días pasados a La Balsa, en Matamá, a un gran furancho que me asombró por las cantidades de gente que mueve, al menos en fin de semana. Mesas alargadas en que hay que compartirlo todo al estilo más popular, me recordaba esos antiguos bodegones de puntapié ya existentes en la España del siglo XVI de meseras rollizas y frescachonas y entre el público algunos matachines con bigotes corniveletos . Me gustó La Balsa, que lleva el cuarteto Camila-Begoña-Juan-Sío, que tiene su vino pero, sobre todo, una cultura de la musica tradicional gallega siempre presente y en directo, a modo de “jam sessions gaiteiras” que nunca acaban. Allí encontré al percusionista de Noitarega Manolo Alonso (con su mujer al bombo), peluquero de pro en Colón, 9, con 52 años armado de tijeras.

“O polbo” da plaza

Entre Soportales y Vinotales, o sea entre tales y cuales de la Plaza da Constitución, se ofrece los fines de semana un buen “polviño” cocido en la pota de cobre como mandan los cánones y con el arte que se da Emilio Vivas, ataviado a su vez para tan honroso servicio como es el de restaurar los vacíos estómagos de los parroquianos. Ahí lo tenemos los fines de semana de la mano de Santi Hidalgo para lo que sea menester. Pues que dure o “polbiño” da Constitución.