Puesto ya el pie en el estribo para abandonar el poder con sus pompas, sus mansiones y sus coches blindados, al presidente Touriño se le ha soltado la lengua que da gusto oírlo. Acaba de revelar el fugaz y ya casi ex jefe del Gobierno gallego que la ministra de Fomento tiene olvidados desde hace meses “en un cajón” nueve de los proyectos necesarios para construir el tren de alta velocidad a Galicia. Obviamente, Touriño conocía esta información, pero tal vez por pudor no quiso revelarla hasta ahora, justo cuando se va del Montepío empujado por los votos de la gente.

Hay que ver cómo cambian los tiempos y qué distintas se ven las cosas según uno esté en el poder o liberado de sus pesadas cargas. Si hace apenas unos meses Touriño y la ministra Magdalena Álvarez posaban juntos con atavíos de capataz de obra para garantizar que el AVE corría hacia Galicia viento en popa a toda vela, ahora el presidente acaba de descubrir que eso no era del todo exacto.

Según las notables revelaciones de Touriño, la ya ex titular de ese ministerio “de mier…” despachaba sus asuntos -cuando menos en lo referente a Galicia- con la vieja técnica patentada en su día por el general Franco.

De acuerdo con testimonios de sus hombres de confianza, el dictador usaba únicamente dos cajones de su mesa de despacho, que abría y cerraba de cuando en vez para trasladar papeles de sitio. “El cajón de la izquierda”, explicó un día Franco a sus intrigados colaboradores, “es el de los problemas que el tiempo resolverá. Y el de la derecha, el de los problemas que el tiempo ya ha resuelto”. Así, con dos cajones y sin pegar palo el agua, el Caudillo gobernó plácidamente España durante casi cuarenta años.

Por fortuna, la crisis no ha permitido que Álvarez, estricta gobernanta de Fomento, alcanzase tan grande longevidad política como Franco. De lo contrario, apañados íbamos los gallegos, según se desprende de las revelaciones del presidente Touriño en estos últimos, largos y ya un poco penosos días de su mandato.

Se ignora si Touriño trabajaba también con la técnica de los dos cajones, aunque el magro equipaje de obras que deja a Galicia tras su efímero paso por el poder así parece sugerirlo. Y además cumple recordar que había en la Xunta otro copresidente que también quería disponer de un par de cajones para ponerlos en la mesa, circunstancia que aún dificultaría más la gobernación (o el desgobierno, según se vea).

Aparte de dos cajones, está claro que el presidente tenía al menos dos discursos: uno para la galería del público y otro bien distinto de puertas adentro. Sus sorprendentes confesiones de última hora sugieren lo mucho que debió sufrir cada vez que respaldaba con su palabra los faroles de la ministra Álvarez sobre las licitaciones y la fecha de llegada del AVE a Galicia.

Tuvo que ser duro. Mientras compartía sonrisas y fantasías ferroviarias con Álvarez, el presidente gallego debía reconcomerse por dentro, conocedor como era de que los proyectos anunciados dormían realmente en el fondo de un cajón del ministerio. Fiel a sí misma, la ministra de gesto desabrido había mandado las licitaciones “a la mier…”, como en su día hizo con el Plan Galicia para gran contento de no pocos giliflautas de este país, siempre dispuestos a darle una patada al adversario político en el culo de Galicia y su ciudadanía.

Liberado por fin de las obligaciones y fingimientos inherentes al poder, el presidente terminal Touriño acaba de confesar ahora -en un inesperado acto de strip-tease- lo que muchos veníamos sospechando por escrito desde hace años. Mejor hubiera sido que nos contase esa divertida historia del AVE durmiente en un cajón cuando aún gobernaba, pero si bien tardía, se le agradece la sinceridad. A ver si el sucesor de Álvarez tiene lo que hay que tener para abrir esos cajones. Aunque a estas alturas de la monumental tomadura de pelo, ya casi da igual.

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