El nuevo Gobierno de la Xunta de Galicia debe ir contra la inercia, reglando las promesas y formando parte de la historia.

Las intervenciones en las políticas futuras deben asegurar soluciones, las dificultades técnicas deben encontrar soluciones imaginativas sabiendo que en la situación actual no es nada fácil, en una Europa sin fronteras, buscando el interés general y llegando a lo que hoy se llama Humanismo Democrático, que no es ni más ni menos que encontrar tanto individualmente como colectivamente el bienestar. En definitiva que el sentido común dé a la acción política ideas en un territorio en el que los cambios y la crisis deben ayudarnos a reflexionar en los valores compartidos colectivamente y los proyectos de sociedad con los que los ciudadanos se identifiquen. Un sistema de valores, de comportamientos cotidianos de los individuos conscientes de su personalidad y con comportamientos a largo plazo.

Las generaciones actuales y futuras deben saber y meditar que el ser humano es capaz de lo más sublime y de lo más odioso.

Las reestructuraciones de la sociedad, de las empresas, de los sectores,… no deben evitar posibilidades de acuerdo de ganarle al tiempo a la implantación de medidas con responsabilidad. La gente de la calle propone multitud de gestiones; no con la idea de paralizar las cosas, sino para avanzar o adecuar temas que le preocupan, que después de una reflexión amplia nos lleve a buscar soluciones lo más eficaces posibles.

Las renovaciones nos deben ayudar a trabajar todos con transparencia y a más largo tiempo, comprendiendo que lo común pasa siempre sin retorno.

La crisis nos obliga a respetar nuestro modelo de sociedad, la que el ciudadano pide, pero no “top models”. Ya sé que todo esto es laborioso, pero es la esperanza.

Mejorar la imagen en la gestión y crear confianza deben ser aspectos fundamentales en los procesos actualmente en curso dada la inquietud social. Las primeras actuaciones que siembren esperanza y eviten interrogaciones, constituyen razones de actitud ofensiva y no de fragilidad.

Las responsabilidades del Presidente y su equipo, con un verdadero peso democrático y búsqueda de consensos, debe llevar la singularidad de los gallegos a que no se produzcan contrasentidos; buscando que los riesgos en las decisiones no supongan un retroceso en nuestras ambiciones como región y en la defensa de su identidad, teniendo en cuenta que preservarlas es protegernos a nosotros mismos dentro de lo global.

Para atender dichos objetivos debemos a través de discriminaciones positivas defender nuestras actividades económicas y nuestras capacidades con independencia, escuchando y respetando con pasión la protección dentro de un mercado global.

Los ánimos y las exigencias se construyen entre todos priorizando actuaciones y definiendo soluciones de gestión a la vista de la evolución de los mercados. Lo más duro no es el generar la excepcionalidad, sino lo cotidiano. Conociendo nuestras convicciones y con el hábito de negociar, nuestra misión es abrir las ventanas de oportunidades, del conocimiento y del saber a los compromisos que queremos atender.

La crisis estructural necesita una respuesta global, pero también sobrepasar el obstáculo de la ignorancia. Rompiendo con un modelo de desarrollo y de un modo de razonar con respuestas estructurales y soluciones a través de una nueva gobernanza mundial. Ahí Galicia y su gobierno debe buscar las garantías y posibilidades que aportan confianza, haciendo de la crisis una oportunidad. Los obstáculos existen, se habla de ellos, pero con coherencia debemos relanzar la economía, dotándola con útiles de conocimiento y llevándolos a la acción, empezando por los pequeños problemas cotidianos, y no cerrando los ojos a los mismos.

En el caso contrario sería caer en una simplicidad deprimente, porque la estética también cuenta, siendo combativos y vivos en nuestras actuaciones.

Esto es una cocina de ideas que deben servir para promover, vender y distribuir las actividades gallegas. El espíritu gallego, porque yo llego a la conclusión de que para ser un buen gallego hace falta afrontar nuestra historia con responsabilidad, no ocultándose en ella, sino todo lo contrario, sirviendo de acicate y construyendo de cara al futuro.

Existen hoy nuevas generaciones que, exigen explicaciones de lo que está pasando, integrando y asimilando comportamientos dentro de la normalidad del juego democrático. Sin inquietudes y con las libertades constitucionales garantizadas y con una gran conciencia cívica.

No debemos caer en los fatalismos, debemos ser dueños de nuestro destino sin límites en nuestro campo de visión y diversidad.

En ciertos momentos, tengo la impresión de que no existen líneas políticas económicas operativas creadas, realizables. Por ello, debemos eliminar las interferencias y producir reformas aplicables con transparencia y control dentro de un escenario de salida de la crisis y arreglando los problemas de fondo, cogiendo así un tren que todavía supone desventaja con el resto de países más avanzados.

La coordinación es la mejor forma de organización en la búsqueda de canalizar las perspectivas y reivindicaciones de una manera constructiva. Las inquietudes actuales en la calle son proteger a las familias y favorecer la actividad económica de las empresas. Debemos buscar elementos técnicos innovadores, que permitan obtener resultados positivos, encontrando ritmos de crecimiento y con reglas legales claras, sin sistemas confusos.

Por todo ello es fácil comprender porqué tantas personas están preocupadas con la economía y el empleo, viviendo cada vez más, en un universo real en donde no cabe más que pensar que los países quedan y los gobiernos pasan.

Hay quien juzgue que es espantoso y deprimente, debido a las circunstancias en las que se encuentra Galicia, pero tenemos que pensar que somos una economía dinámica dentro de la globalización.

En fin, estamos en un paso atrás, que debe suponer coger impulso particular para generar rendimiento suficiente con lo que tenemos. Las respuestas hasta ahora han sido decepcionantes, fragmentación y críticas sin ninguna autoridad que ponga las cosas en su sitio.

En cualquier caso tengo que decir que esta es la Galicia que yo amo. Y, esto ya es mucho.