A estas alturas, visto lo que ocurre, y oídas las cosas que sobre ello ha dicho el señor delegado del Gobierno, no parece erróneo afirmar que el principal problema de la seguridad ciudadana en Galicia es la escasez de medios, humanos y materiales. Algo que probablemente también podrán decir en otras comunidades, pero que en los últimos tiempos, y en cuanto a bandas organizadas, ha adquirido aquí dimensiones notables.

Esa, la de la escasez, es la mejor de las explicaciones posibles, porque las otras chirrían. De no aceptarse habría que anotar lo que hay en el debe de los cuerpos y fuerzas de seguridad, lo que sería injusto a la vista del brillante balance de policías y guardias civiles en la lucha contra el delito, o en el de los responsables políticos que las dirigen. Y esto último provocaría aún más dudas, sobre todo acerca de las razones por las que no se le pone remedio, mediante la simple conjugación del verbo "cesar", ya que no el de "dimitir".

El diagnóstico parece, a pesar de su particularidad, tanto más certero cuanto más se atienden los argumentos de los invitados de FARO: salvo uno, más partidario de la estadística que de las sensaciones ciudadanas, coinciden en que las dotaciones personales no son sólo insuficientes, sino que a veces su déficit roza el escándalo y que en cuanto a medios, no van mucho más allá. Y el resultado es que la gente no se siente segura, y si reside a distancia de los centros urbanos, entonces la inquietud es creciente.

Esto es lo que hay, y cualquier gobernante sensato no sólo habría de reconocerlo, sino de intensificar el esfuerzo para ponerle remedio; con más recursos presupuestarios, pero también con una mejor coordinación y gestión de los disponibles. Hay en este país una proporción notable de profesionales dedicados a funciones que podrían desempeñar otras, y existen policías municipales -por ejemplo- cuyo papel, bien definido en la teoría, no pasa en la práctica de la de aquellos "guardias de la porra" que ejercían casi de multadores o chóferes de sus alcaldes.

Y no se trata de molestar ni desmerecer funciones y menos aún de descalificar personas. Pero es un hecho evidente que en los últimos años la delincuencia de mayor cuantía se ha incrementado en Galicia; y aunque también está claro que esto no es el Far West, el aumento de las bandas resulta menos explicable ya que aquí, y con gran bombo y alharaca propagandística, se ubicó en su día un grupo especializado en la lucha contra esa delincuencia, sin que hasta ahora se hayan visto los resultados. De ahí que haya que pedir explicaciones y preguntar los motivos de lo que pasa y las soluciones que se piensan aportar para darle a los ciudadanos algo tan sencillo como tranquilidad, al menos en sus propios domicilios.

¿Eh...?