En la literatura hay tres temas para el escritor Augusto Monterroso: el amor, la muerte y las moscas. Shopenhaüer, el filósofo, dio prevalencia a las mujeres sobre las moscas y antes tituló uno de sus libros "El amor, las mujeres y la muerte". En cuanto al primero, enorme fabulador y premio Príncipe de Asturias, lo que dice es que tal sentimiento (amor), tal miedo (la muerte) y tal presencia (las moscas) nos acompañan siempre en la vida y en la literatura. Tiene razón en lo de esos insectos alados. Se ve que la vida y literatura se alimentan o fagocitan mutuamente y eso hace que las moscas se hagan muy frecuentes en el mundo de los libros. Erique Vila-Mata, por ejemplo, habla de moscas en su "Dietario Voluble" y, escribiendo sobre ellas por ver el alcance de su pluma, llegó a citar cinco autores distintos, entre ellos a Gómez de la Serna, que inventó una greguería al mosquito. Yo recuerdo un hermosísimo artículo de Juan José Millás que le dedicó a una cuando, sentado ante la máquina sin saber sobre qué escribir, entró por la ventana y se puso a describirla e imaginarla. Machado escribió "Las moscas", que Serrat convirtió en uno de sus temas. Golpes Bajos cantaban "Colecciono moscas" e incluso Rimsky-Korsakov le puso música operística en su "Vuelo del moscardón". ¿Se puede hablar de las moscas en una última página en tiempo de crisis, sin que sea una digresión ociosa? Se puede y más si las humanizamos: hay moscas cojoneras, mosquitas muertas, mosqueados, moscardones...

Hombres y moscas comparten la misma base genética y lo debió intuir Kafka cuando escribió "La metamorfosis" como metáfora de la vida: un viajante se levanta convertido en un insecto. Estudiar a los insectos da la clave de muchos comportamientos humanos y sus variedades nos sirven en la vida cotidiana para señalar a la gente: es como un chinche, una araña, como un escorpión, un grillo, todo un mariposón... Seguro que cada uno trae a la cabeza nombres de amigos, conocidos u hombres públicos. La literatura imita a la realidad y a veces al revés y por eso no resulta extraño saber que el mexicano Hugo Hiriart, en su "Disertación sobre las telarañas", escribiera: "De un lado el ´Apocalipsis´ de san Juan, del otro el ´Elogio de la mosca´ de Luciano de Samosata. Entre estos dos extremos está toda la literatura".

Mi amiga Carmen Sampedro, periodista y escritora argentina que dirige en Vigo el taller literario de la Asociación Café K., no habla de moscas pero propone estos días participar en un juego inspirado en lo que hizo la artista conceptual francesa Sophie Calle, una maestra de lo experimental que invita a gente desconocida para opinar sobre determinado tema que ella transforma en libro, obra de teatro o montaje audiovisual. Cuando recibió por e-mail un mensaje de su pareja rompiendo con ella, le chocó la palabra "Cuídate" como despedida final. Precisamente para que escribieran sobre esta palabra (en francés la frase es "Prenez soin de vous") convocó a 109 mujeres de distintas profesiones y, entre muchas interpretaciones, algunas la entendieron como "Dios te ampare", otras "ándate con cuidado"... Volviendo al principio, hay una frase preciosa que dijo Monterroso: "Uno nunca vio por vez primera una mosca". Es verdad. Recordamos muchas primeras cosas, el primer helado o amor, pero ellas estuvieron siempre ahí. Antes.