De modo que, a la vista de lo que dice el estudio realizado por el laboratorio del señor Rivera, lo van a tener difícil quienes defienden un adelanto electoral a este mismo año para convencer al único que puede tomar esa decisión, que es don Emilio Pérez Touriño. Primero porque el análisis concluye con los datos que si bien casi todo el mundo "ve" una crisis que empeora, pocos responsabilizan -aunque baje la intención de voto al PSOE- de ella a la Xunta, y eso parece en verdad una más que evidente invitación para que se agote la legislatura.

La segunda razón es aún más directa: el propio señor presidente descartó el adelanto y rechazó explícitamente las razones económicas. Fue en Madrid, y aunque matizó que otra cosa sería en caso de que la situación se agravase en demasía, la propia Xunta ha reiterado que eso no se da aquí, al menos de momento, lo que sitúa en plena vigencia la tesis expuesta en su día por don Emilio. Y si cambia de opinión habrá de explicar las razones y, por supuesto, aceptar un grave error de cálculo cuando afirmaba que la economía gallega estaba mejor preparada que otras para resistir.

Claro que, si se mira el asunto desde otro lado, no pocos observadores argumentarán que el trabajo del profesor Rivera permite extraer las conclusiones contrarias en favor de un adelanto de los comicios. Los gallegos admiten que hay crisis, temen que vaya a más y dudan sobre el voto y, por tanto, habría causa para anticiparse a la hipótesis de que acaben, los electores, echándole la culpa, cuando vengan peor dadas, al que gobierna aquí tenga o no responsabilidad en las causas últimas del problema. Y ésa tampoco es una deducción imposible.

Dicho todo lo anterior, lo único que puede tenerse por seguro es que el análisis que se hizo y el que se supone que tiene que hacer un brujo de la Sociología para satisfacer lo que le piden: proporcionar un esquema que sirva para un "roto" como para un descosido. A partir siempre, como es natural, de la idea de que la última palabra es de la exclusiva responsabilidad del presidente, se necesitan razones para meditar, para decidir y para explicar, y eso es lo que parece haber logrado el laboratorio de don José Manuel.

Lo que resultaría razonable, ahora, es que quien debe y puede se decida cuanto antes a dejar rotundamente clara su intención, sin dar lugar a interpretaciones. Porque si es verdad que ya ha dicho que no piensa anticipar, también lo es que dejó caer matices, y a falta de tan poco tiempo para rematar la legislatura oficialmente, esos matices confunden y crean inestabilidad; de ahí la opinión, sensata, de su vicepresidente, que aconseja evitarlos.

¿No...?