Pues la verdad es que, dicho sin el menor ánimo de incordiar, tendrán que explicarse más y mejor los dirigentes del PSOE si quieren que alguien entienda algo del rollo ése que se traen con la subcomisión de seguimiento de las obras del AVE. Y eso en el supuesto -poco probable- de que haya público bastante al que interese el asunto y en el que gastar explicaciones: a estas alturas está más que claro que ese tipo de batallas quedan lejos de la inquietud ciudadana, aunque impliquen inversiones y por lo tanto, en teoría, aporten dinamismo económico.

El escepticismo es más que razonable, sobre todo en el área parlamentaria. Y aparece porque aquellos que aún le dedican algo de atención a ese mundo están escarmentados de ejemplos anteriores -si no iguales, parecidos,- que se saldaron con fracasos estrepitosos cuando no con informes rayanos en una estupidez flagrante. Y por eso tiene lógica que haya quien afirme que donde una comisión no llega, menos podrá una sub, por muy mixta que sea y mucha y buena voluntad que le pongan a la tarea aquellos que al final se le incorporen, que ésa es otra.

Y que mucho de eso hay -del escepticismo citado y del pesimismo que se puede añadir- lo demuestra la actitud del PSOE que, al menos en apariencia, lo único que busca es "marear la perdiz", alimentar la confusión sobre fechas e intentar que la gente acabe por no saber si eso del 2012 era la fecha para que el AVE a Madrid estuviese en servicio -que es lo que comprometieron los señores Zapatero y Touriño- o sólo una referencia, como afirman ahora sus portavoces. Entre ellos el parlamentario, que hace tres ya dijo, sobre 2009, que un año más o menos no importaba.

Item más: varios observadores, incluso de los ubicados en la banda de babor, han insistido en que la sospecha de que el PSOE sólo busca enredar aumentaba a medida que pretendía excluir de la subcomisión al PP. Una postura absurda si de verdad se quieren resultados -porque cuantos más a empujar, mejor- e incluso de poca calidad democrática, ya que significaría dejar fuera al principal grupo de la Cámara, lo que no se justificaba con buenas razones. Como rectificar es de sabios, bien está que los socialistas gallegos lo hayan hecho. Ahora falta ver si Madrid se aclara.

Así las cosas, parece cada vez más claro que el gesto del vicepresidente Quintana al renunciar a dirigir el invento para facilitar su formación desde el consenso tuvo mucho de generoso pero también algo de preventivo. Don Anxo, que ya sabe como se hace para oír crecer la hierba, debió intuir que los escépticos tenían razón, y decidió echarse a un lado, por si acaso; a la vista de lo que hay, hizo bien.

¿Eh...?