En diciembre de 1993, la Asamblea de las Naciones Unidas aprobó una resolución histórica: "La Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer" definiendo ésta como "todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada".

En Vigo, disponíamos ya desde el año 1991 de una red social de apoyo a la mujer víctima de malos tratos cuyo eje principal era la Casa de Acogida, un equipamiento pionero entonces en España.

Porque el agresor, cuando ejerce la violencia de género, persigue también aislar a su víctima, y apartarla de la red de apoyo social. Pero ante la mujer que sufre violencia es necesario protegerla y que existan profesionales que intervengan, identifiquen su situación, que sean su apoyo y, también, parte de su salida. Ese apoyo lo encontraron cientos y cientos de mujeres viguesas a lo largo de diecisiete años en la Casa de Acogida.

Pero el actual gobierno local ha decidido prescindir de ese servicio. Según la propia concejala de igualdad, "las cuestiones de violencia de género han evolucionado desde el punto de vista social y legislativo" para, a renglón seguido, considerar que la casa de acogida debe convertirse en un centro de emergencia. Sin pensárselo dos veces, ha echado el cierre.

En efecto, las medidas ante el maltrato machista han cambiado. Existen normativas y también se percibe una mayor sensibilización social, pero todavía hoy muchas mujeres siguen padeciendo violencia y muchas, demasiadas, se dejan la vida literalmente. Por eso no puedo compartir, en ningún caso, la decisión tomada por el actual gobierno de Abel Caballero. Hoy es, si cabe, más necesaria la Casa de Acogida en Vigo porque hay más denuncias y como consecuencia, más mujeres amenazadas.

La violencia contra las mujeres es un atentado contra los derechos humanos, no es un problema privado, sino social. Solamente en una sociedad construida sobre el principio de igualdad, libertad, de tolerancia y de respeto podrá ser erradicada la violencia. Desde esta premisa hemos trabajado todas las mujeres que hemos formado parte de las diferentes corporaciones municipales de Vigo. Desde todos los partidos políticos. Desde el gobierno o desde la oposición.

Esa complicidad, que superó siempre las diferencias legítimas que desde el punto de vista político hayamos podido tener, nos permitió avanzar de manera extraordinaria. La red de apoyo a las mujeres víctimas de violencia machista se creó, en Vigo, gracias a esa silenciosa alianza entre todas nosotras.

Este gobierno ha destruido esa complicidad. Ha reventado esa alianza. Y las víctimas de este hecho son, precisamente, las mujeres que sufren violencia machista.

El pasado 30 de abril el grupo municipal del Partido Popular presentaba una moción de urgencia ante el Pleno. Ese mismo día se cerraba la Casa de Acogida. El asunto bien merecía un debate.

Sin embargo, BNG y PSOE decidieron que el tema no era urgente. A pesar de que el Gobierno insistió en que no había ni una sola mujer desatendida, por cierto, las mujeres que habían quedado en la calle con sus hijos estaban en el Pleno denunciando la situación de abandono a la que el Gobierno con esta decisión les había abocado. El centro de emergencias no estaba en funcionamiento y de los tres pisos de acogida que yo misma firmé con la Xunta, ninguno estaba abierto. Pero para BNG y PSOE no era urgente, no había nada que debatir, nada que decir, nada de que hablar.

Lo cierto es que no es fácil cerrarme la boca. Cuando creo que se comete una injusticia, un error, una equivocación, no es fácil hacerme callar. Mientras tanto, la Diputación de Pontevedra paliará la situación conveniando plazas con Alecrín. No abandonaremos a una parte de la población que sufre, que es vulnerable, que tiene miedo. Nosotros no.

Portavoz del Grupo

Municipal del PP

Senadora