A los pamploneses que salieron ayer a la calle con su San Fermín en procesión no se les ocurrió pensar que esta fuera la última vez. Ni a los devotos que en Vigo sacan por sus calles a su santo Cristo en agosto se les ha ocurrido imaginar que está en peligro su tradición. A los almonteños, por supuesto, ni se les ha pasado por la cabeza que tengan que defender a su Virgen del Rocío por si alguien impide la romería. Los malagueños, por su parte, celebrarán a la Virgen de la Victoria, como siempre, sin temor a que un nubarrón laico les quite de en medio su festejo patronal. Y tampoco creo que en Canarias el gobierno (Coalición Canaria-Partido Popular) se haya visto obligado a establecer un decreto que defienda el derecho de la Virgen de Candelaria y de la del Pino a ser festejadas entre isas y folías. Y, al igual que los habitantes de los territorios ya citados, ninguno de los de la Comunidad Valenciana que conozco, y conozco a muchos de distintas provincias e ideas distintas, han temido que el debate sobre laicidad del Congreso del PSOE vaya a dejarlos sin honrar a su Virgen de los Desamparados o a sus patronos locales. ¿Qué tendrán, pues, la Romería de la Santa Faz en Alicante, la mogijanga de Titaguas, el Sexenni de Morella o el Corpus de Valencia para que el gobierno valenciano - atención al disparate- anuncie una ley de tradiciones religiosas como respuesta a la tímida defensa del laicismo que los socialistas han propugnado en su Congreso? ¿Sabrán estos devotos gobernantes lo que es la laicidad, conocerán los términos en los que ha sido abordada en el Congreso del PSOE? ¿O, sin ser tan ignorantes, se trata sencillamente de utilizar los sentimientos y las creencias de los valencianos, a sabiendas de lo que estas tradiciones afectan a su educación sentimental, en un nuevo acto deshonesto de propaganda sin escrúpulos? La mentira es la herramienta de estos piadosos comulgantes, nuevos fariseos que no temen al infierno. Se entiende que no respeten a sus adversarios políticos, pero no es tan fácil comprender el modo ridículo con que tratan de engañar a los ciudadanos.

PD.- Los que sí parecen temer al infierno son los socialistas que, habiéndose hecho la fama de perseguir a la Iglesia, mientras Zapatero cuida de las finanzas de los obispos, no sé si habrán recomendado que el Rey guarde el crucifijo en sus arcones cuando los ministros de un Estado aconfesional van a jurar o a prometer sus cargos o si eso lo habrán dejado para unos días sí y otros no. Los encuentros carentes de imaginación al no solicitar que los funerales de Estado sean ceremonias civiles. La laicidad, según ellos, no tiene una liturgia alternativa. Esta declaración me ha hecho suponer que los socialistas siguen asistiendo a mucha misa de réquiem y a pocas despedidas laicas de nuestros muertos. De lo contrario, aprenderían de mucha gente modesta, y otra que no lo es tanto, de qué modo respetuoso, íntimo y emocionante despiden a los suyos sin curas. Bien es verdad que con la Iglesia no se puede competir en boato, y a mí personalmente esos esplendores me gustan, pero me parece bastante ridículo que digan que no hay una liturgia alternativa para despedir a los muertos por lo civil. Pasan por comecuras, inútil agresividad que nadie les recomienda, para esto.