De modo que, a la vista de los datos del INE en Galicia, parecen tener razón los optimistas que, desde los sectores económicos y laborales, defienden con ardor que Galicia está mejor preparada que el resto -aquello del plus acumulado en los últimos años- para resistir la crisis. El aumento del empleo -y además en la construcción, que ya es...-, la menor distancia entre el de los hombres y el de las mujeres y la reducción de la temporalidad permitirían sacar pecho al gobierno autonómico, que aún así se limitó a una sonrisa prudente.

Y ha hecho bien. Por si acaso y por alguna otra razón: el bien balance se debe a la mayor obra pública contratada en los últimos meses y a la inercia que en el sector privado mantiene aún el "ladrillo", menos afectado aquí porque el remate de los trabajos en marcha requiere menos inversión. En Galicia, a diferencia de lo que ocurre en Levante por ejemplo -donde los costes serían mucho mayores- todavía compensa acabar algunos proyectos y, mientras, tratar de ir vendiendo lo que se pueda; poco, quizá, pero como suelen argumentar los optimistas, algo es algo.

Ocurre que esa inercia no puede durar y la austeridad presupuestaria que se anuncia afectará también a lo otro, lo que se deja dicho no para sostenella y no enmendalla o incrementar la lista de quienes defienden que "cuanto peor, mejor", sino sencillamente para resaltar lo inteligente que resulta no lanzar las campanas al vuelo; y ojalá que repiquen, pero eso es algo que no parece demasiado probable, al menos en plazo inmediato o corto. Aunque con todo y con eso, gaudeamus igitur por los datos del INE y enhorabuena a quienes los hacen posibles: ojalá que duren.

Dicho lo anterior es preciso añadir que el de ayer fue un buen día para los optimistas por el lado laboral, pero no sólo: también el político lució, con el gesto del señor vicepresidente Quintana renunciando a presidir -lo que le correspondía según el orden establecido por la Xunta- el seguimiento ferroviario en favor de lo que él mismo dijo "mejor interés del país". Algunos observadores creen que es un error darle a la COTOP ese papel, y que la cesión puede perjudicarle a él y al BNG, pero quizá sea al revés y la opinión pública lo valore mejor que la publicada. Ya se verá.

Lo que procede, en todo caso, es soldar la unidad de acción para lograr lo que cada día parece más imposible: que se cumplan -en todos sus términos, claro- las promesas de los señores Zapatero y Touriño. Ese es el reto que habrá de asumir el PSdeG/PSOE, y ya no le valdrán excusas para que el AVE no una Galicia -incluyendo el tramo Ourense/Vigo, por supuesto- con Madrid en 2012 sin más retrasos.

Ojo.