No habrá primarias a los efectos que pretendía Esperanza Aguirre. Mariano Rajoy, si quiere, que lo parece, será candidato a la presidencia del Gobierno por el mero hecho de ser presidente del partido. Y saldrá reforzado por el frío saludo del ex presidente Aznar a su llegada al congreso de Valencia. Las protestas de Angel Acebes y el desplante de José María Aznar fortalecen la credibilidad del giro al centro de Mariano Rajoy.

Lo que parecía imposible está sucediendo. La operación de acoso a Mariano Rajoy ha terminado por fortalecer el lado más débil de su credibilidad. Se le consideraba un político blando, sin carácter, incapaz de plantar cara a la adversidad. Y su tenacidad gallega de resistir sin alharacas, en silencio, sin darse por afectado con las afrentas de los más duros, le ha permitido ganar el Congreso y algo de crédito para recuperar prestigio y confianza.

Todo está siendo corregido en Valencia. Incluso las tesis inamovibles de María San Gil, que creyó que podía ganar el Congreso antes de celebrarse haciendo uso de su imagen de víctima. Ahora, incluso las condiciones que consiguió introducir en la ponencia política han saltado por los aires. Todo será más fácil en la ubicación moderada que pretende el presidente del PP que asistió aplaudiendo al Apocalipsis anunciado por Angel Acebes.

Que nadie se equivoque: Mariano Rajoy no ha sufrido una transformación ideológica en su pensamiento: es un pragmático que se ha convencido de que la posición que ocupaba en el tablero político le impedía acceder a La Moncloa.

Ahora todo es posible. Porque los que soñaban con un tránsito de desgaste de Mariano Rajoy para que pudiera ser sustituido después del rosario de elecciones que se avecinan, se han quedado sin crédito. La batalla de Rajoy, a partir del lunes, no es ni con la COPE -en estado de crisis- ni con `El Mundo´ -que tendrá que redituarse ante el fracaso de la estrategia de su director- ni con Esperanza Aguirre. Todos ellos han sido derrotados y ahora Mariano se tiene que enfrentar sencillamente a José Luis Rodríguez Zapatero. Como debe ser en democracia.