El feminismo ha sido un movimiento que ha logrado cambiar el mundo para mejor puesto que desde hace más de un siglo viene defendiendo derechos irrenunciables como el los de la igualdad, dignidad, libertad. Hoy, en Occidente, las mujeres somos tan iguales como los hombres, porque así lo consagran leyes que son fruto de la lucha feminista. Por eso, me parece a mí, que los gobernantes no pueden frivolizar con el feminismo, ni hacer de él un mal espectáculo. Digo esto porque el Ministerio de Igualdad que el presidente Zapatero se ha sacado de la manga es sólo una operación de imagen sin sentido y esto se ha hecho más patente después de la intervención de la ministra de Igualdad en Bibiana Aído en el Congreso.

Para empezar la ministra se dedicó a dar patadas a la lengua, a la lengua española, ignorando la existencia del genero neutro, que ella debe de considerar que debe de suprimirse por no ser "femenino". Así Bibiana Aído se dirigió a sus señorías como "miembros y miembras" de la comisión de Igualdad, y se quedo tan ancha. ¿De verdad Bibiana Aído cree que tiene algo que ver con la causa de los derechos de la mujer semejante desatino? El lenguaje es un pacto y resulta frívolo y fatuo esa pretensión de feminizar las palabras, en pro de un feminismo mal entendido. Personalmente me parece una broma, una falta de respeto hacia todas las mujeres que a lo largo y ancho del mundo han luchado, y se la han jugado, por conseguir unos derechos, por estar en pie de igualdad con los hombres. Por eso la batallita de feministas de salón de jugar a modificar las palabras me parece sencillamente deplorable.

Me parece estupendo que la ministra anuncie que subirán las pensiones de las viudas o de pensionistas que viven solas, por más que esa sea una competencia del ministro de Trabajo, o que se ampliará el permiso de paternidad de dos a cuatro semanas. Y la verdad es que tengo verdadera curiosidad por ver en que va a consistir esa Ley Integral de Igualdad de Trato que ha anunciado para acabar con la discriminación por cuestiones relacionadas con la orientación sexual, la religión, el origen, etc.

En mi opinión el Ministerio de Igualdad, por muy transversal que quiera resultar, picotea competencias de otros ministerios, pero en cualquier caso puede encontrar su hueco, difícil, pero lo puede encontrar, si no se dedica a frivolizar con asuntos como los de la lengua. A los ministerios hay que exigirles un poco de seriedad, y no que caigan en el ridículo, llamando "miembros y miembras" a los diputados, porque de ahí terminarán hablando de "sardinas y sardinos", de "muelas y muelos" y cualesquiera otras tonterías que se les ocurra. Un respeto hacia la lengua, por favor, y un respeto hacia los problemas de las mujeres.