De modo que. cumplida otra de esas sesiones parlamentarias que alguien dio en llamar "de control" pese a que no controlan nada, quizá no estuviere de más solicitar de su señorías una pequeña reflexión porque o cambian los modos o, simplemente, las suprimen. Porque es mejor que seguir con el espectáculo al que asiste un público -cada vez más escaso, eso sí- atónito que ve cómo controlador y controlado usan el método Ollendorf; o sea, que uno pregunta cómo van las cuentas, verbigratia, y otro responde que luce el sol en el azul del cielo.

Y eso fue lo que ocurrió en la cuestión de la sanidad. El líder de la oposición don Alberto Núñez le preguntó al señor presidente Pérez Touriño por la situación general y las listas de espera, y éste respondió maquillando la mayor a pesar de que es un hecho clamoroso que las cosas no van bien y que -a pesar de las estadísticas- los pacientes echan chispas por las demoras de casi todo lo que no sea una urgencia. Porque ésa es la verdad, lo diga Agamenón o su porquero, y es tarea de gobernante aceptarla y explicar por qué sucede y de qué modo se puede mejorar la situación.

Lo que más llama la atención en la estrategia de don Emilio en este asunto es que resulta casi innecesaria: el alza en las listas de espera no es imputable tanto a defecto de su gobierno cuanto al constante crecimiento en el gasto sanitario, provocado por el aumento de la población atendida y su envejecimiento, y la endémica escasez de medios. Cierto que puede discutirse sobre la eficacia de la gestión, pero cualquiera que entienda algo de eso -y el señor Núñez entiende- sabe que en un sistema universal y gratuito las listas de espera son inevitables, aunque no por ello eternas.

Dicho esto, hay otro asunto que parece demostrar algo erróneo en el modo de debatir de sus señorías y que hace ganar o perder las votaciones no por el peso de los argumentos sino sólo por la aritmética parlamentaria. Ayer, BNG y PSOE rechazaron una oferta del PP para crear una comisión de seguimiento de las obras públicas no tanto porque sea innecesaria cuanto porque es propuesta de la oposición. Y va siendo hora de que alguien recuerde a la actual mayoría que cuando era minoría denunciaba que se rechazasen por sistema sus ideas, fueran o no útiles. Y ésta lo era.

(Ya puestos, tampoco estará de más otra cosa: añadir que la frase aquella -"¿Por qué no te callas?"- del Rey a Chávez quizá tuvo sentido en el lugar y momento de pronunciarse, pero no es de recibo repetirla expresa o tácitamente en circunstancias muy distintas en las que, por eso, encaja peor o no encaja. No encajó la directa del señor Fraga en el lío del PP y tampoco la orden tajante de silencio de doña Dolores Villarino, la presidenta del Parlamento gallego, tras una educada protesta de la oposición por su forma de repartir los tiempos de palabra: alguien debería recordarle a tan ilustre dama que la Cámara no es un cuartel. ¿Eh?