Pues la verdad es que, a la vista de cómo van algunas cosas -aunque sería preferible decir cómo no van- quizá resulte buen momento para preguntar por qué, y si existe razón diferente a la administrativa para que ocurra esto. Porque no puede ser casualidad que a pesar de lo que se dijo y reconoció, el sur de este país -y de forma especial Vigo, que es su núcleo de referencia- en vez de caminar flaquee y en lugar de influir en algunas esferas, sobre todo en la política, se diluya y ceda sitio a quienes tienen mucho menos peso social y económico.

La pregunta es tanto más necesaria -aunque pueda desencadenar las tópicas acusaciones de victimismo o localismo, ambas procedentes de los responsables de que sea preciso quejarse- ante una acumulación de datos que si de uno en uno preocupan, en conjunto alarman. Por ejemplo, y sin ánimo de agotar el catálogo, que Vigo vaya a tener el AVE atlántico dos años después, y eso con suerte, que A Coruña o Santiago, o que del otro -el de Madrid por Ourense- nada más se haya sabido. O que de la creación de suelo industrial siga atascada, y ya ni se diga el PXOM.

Es verdad que existen en el área metropolitana -otra deuda pendiente- sectores dinámicos que a pesar de todo la han hecho avanzar hasta convertirla en la primera de Galicia en términos económicos y demográficos, pero eso, que es bueno azuza aún más la exigencia de que se cambien otras cosas, métodos y estrategias. Porque ya no se puede demorar mucho más la potenciación del conjunto y, por tanto, la exigencia de la primera conurbación de este país; que debe ser amplia, pero que, tal como está el ambiente, al menos debe ser, y cuanto antes.

Se dice todo ello por la necesidad de fortalecerse frente a la crisis, claro, y porque es para muchos evidente que este país está creciendo con un desequilibrio que no contribuye a hacerlo ni justo ni bien vertebrado. No es de recibo que aquí se opte por un método parecido a los viejos tics madrileños y casi todas las obras públicas de comunicación se inicien siempre por el mismo sitio, ni que los ritmos de trabajo decrezcan sistemáticamente en una zona del mapa mientras se intensifican en otras. Y quien lo dude, que mire lo que hay con el AVE o con el Puerto Exterior.

Queda dicho que todo esto se puede interpretar como un ataque de llanto, que no; pero si sí, estaría justificado; y también sería verdad que el movimiento se demuestra andando y que hay quien argumenta que hay que saber ganarse lo que se reclama. Pero eso ya se sabe -y ya se hace- en el sur, y de forma notable en sus fuerzas sociales y económicas: lo que se necesita desde hace mucho es aumentar la influencia política, de modo que las decisiones no se tomen siempre por los mismos, aunque de diferentes colores. De eso, de influencia y peso políticos, carece el sur -y Vigo en especial- desde hace mucho, y va siendo hora de arreglarlo.

¿No?