El cuerpo de la guardia

¿Los dioses me asistan! ¡Estos amigos de la Guardia Civil son implacables ante una mesa! Alardeaba yo hace unos días, queridos resistentes, de ese acoso a la lamprea por tres de sus frentes culinarios (en empanada, prensada y a la bordalesa) que realizamos en O Frenazo de As Neves con atacantes conocidos por su ferocidad como el ex alcalde Manuel Barros y el hostelero José Manuel Barbosa (aunque éste haya bajado sus armas para lucir tipo). Pues bien, la asociación Amigos de la Guardia Civil ha convertido nuestra comida en juego de niños con la X Lampreada que celebró hace unos días en el complejo "Arboreda" de Arbo, ése que dirige Lorenzo Expósito con sus sus 37 años de experiencia hostelera, muchos en la emigración. ¿Os cuento lo que comieron los 170 guardiacomensales venidos de toda Galicia a ese acto que organiza cada año el cabo 1º Francisco Olleros? Ahí va: anguilas, empanada de lamprea, lamprea rebozada, lamprea asada, lamprea rellena con ensaladilla, lamprea estilo arbense, lamprea verde con arroz, cabrito estilo arbense y, por si no llegaba, carne asada. Tengo por testigos a amigos de Redondela como el concejal Benigno Luengo o a los industriales Sindo "Breogán" o Choles, que no son del Cuerpo pero casi. Y añado que estos sobrios comensales venían ya, antes de comer, de pasear por el río Miño en catamarán y tomar unos aperitivos para hacer boca. Aún se quejarán si engorda el Cuerpo de la Guardia... Civil.

¿Un ser musical o comensal?

En su último libro, el neurólogo y escritor Oliver Sacks habla del poder terapéutico de la música y afirma que el ser humano es una especie musical, ya que el sentido del ritmo es lo que nos distingue del resto de seres vivos. Bueno, hay quienes piensan que somos más bien una especie comensal y son nuestras comidas las que nos hacen vivir cuando son las justas, o las que nos matan, cuando son excesivas. Yo las he tenido excesivas y a uno le dan dentro de unas horas los resultados del primer chequeo serio hecho en la vida. Ya en los análisis una enfermera advirtió que lo malo de hacer tantos era que siempre se encontraba algo. ¿Cómo escribiré mi próximo Mira Vigo? ¿Con un susto morrocotudo en el cuerpo? ¿Despidiéndome de vosotros? ¿Con alegría triunfal por haber resistido más de media vida sin males evidentes a pesar de TODO? ¿Podré ir el jueves a comer las perdices al privé de Casa Pepe? ¡Oh dioses, socorredme!

Aquí no se vende a payos

¿Será posible lo que ven mis ojos? Alguien me ha enviado una foto de un terreno cerca del aeropuerto con un cartel que, aunque está ligeramente tapado por el arbóreo ramaje, reza que "se vende", pero a los gitanos. Me dice mi comunicante que debe ser por un pleito entre vecinos. Lo que aparentemente es una forma de no discriminación es en realidad lo contrario: se vende así como forma de presión al de al lado. Se supone. Y si no, es una discriminación para los payos.

Un corredor de bar de fondo

Y ahora me entero de que Lino Cabaleiro, que durante 25 años atendió mucho apetito y sed nocturna en el café snack Ecos, de la calle Urzáiz, es quien reabrió, amplió y renovó totalmente ese asador A Ponte, al que fui alguna vez años atrás en la avda Florida, 241. A ver si le ha sacado el humo. Lino, que es redondelano y va a ser papá, mantiene la especialidad churrasqueira pero incluyendo comedores privados. Va como un tiro, creo.

Paseo de Alfonso, estampa pétrea

Hermosísima imagen que nos habla de un Vigo de otrora, aquel del despertar pétreo del siglo pasado, que aún hoy por fortuna se mantiene. El paseo de Alfonso, visto desde abajo.