Los expertos en inflación dicen que los consumidores hemos refugiado nuestro consumo en las marcas blancas, o sea que nos hemos ahorrado el dinero de la publicidad a la que nos someten y que nos cobran. Compramos leche de marca blanca, la misma que la de las marcas de todos los colores, producida por las mismas vacas, ordeñada por los mismos ganaderos, recogida por las mismas empresas que la procesan y envasan. Estamos acostumbrados a que algunos precios de productos de primera necesidad bajan al productor sin que repercuta al consumidor. Según "The Economist", los alimentos no estaban tan caros desde 1845. El trigo y la soja subieron un 80%. Moisés Naím explica por qué comer se ha encarecido: Los cereales se puedan convertir en combustible alternativo al barril de petróleo a 100 dólares y la clase media crece en los países en desarrollo y eso implica millones de personas comiendo tres veces al día. Para 2020 se esperan que sean 1.800 millones más.

El arte es un valor refugio donde se atechan los que no necesitan comprar marcas blancas en el "súper". En el pasado Arco una galerista se pasó toda la feria explicando a compradores sofisticados que una pieza titulada "Circuito cerrado" no era un timo. Era un alargador de seis tomas enchufado a sí mismo. La propuesta era que "un cable que se enchufa a sí mismo anula el concepto". Un timo es un cable que se enchufa a sí mismo, algo que se vuelve intransitivo en el mercado y anula el concepto del valor porque no lo puedes colocar al siguiente. Hay personas a las que les sobra tanto dinero que lo refugian en el arte o en el timo, ya veremos.