Esperanza Aguirre, a día de hoy, no tienen planes de presentarse pero tampoco lo descarta. Si trabajara en el ámbito privado la despedirían por una indecisión formulada con ánimo desestabilizador; como está en la política se le tiene en consideración. No presenta programa ni proyecto alternativo al de Mariano Rajoy por lo que habrá que deducir que sus inquietudes y sus dudas son sólo cuestiones de poder.

Mariano Rajoy ha contado con un equipo compacto heredado de José María Aznar en la última legislatura. Estaba cohesionado en la utilización del 11-M como elemento desestabilizador de las instituciones y en la utilización del terrorismo (incluidas la víctimas) como arma de erosión del Gobierno. En primera línea siempre estuvo Esperanza Aguirre. No hubo fisuras entre el discurso rotundo del jefe de filas y la presidente de Madrid. Ahora Esperanza esboza un discurso liberal anclado es la reivindicación de sus orígenes en un partido cuyos militantes cabían en la parte trasera de un taxi. ¿Pretende poseer diferencias ideológicas con las posiciones de Rajoy?

La derecha española necesita un debate ideológico para decidir de una vez si quiere ocupar el centro político al estilo de los países europeos. Allí no hay sitio para sotanas y para confrontaciones con el estado: el centro es integración y no algarabía. ¿Está Esperanza en disposición de explicar su proyecto político y las diferencias que le separan de los explicitado por Mariano Rajoy en su discurso en el acto de investidura?

El ruido mediático puede distorsionar el debate del PP. Sus militantes tienen que decidir si van a seguir permitiendo que desde las sacristías y desde los púlpitos de la prensa sensacionalista les sigan dictando una agenda de confrontación como sustento de la carencia de un programa político. Es problema de los militantes reivindicar la soberanía y decir a los ayatolá de los medios de comunicación que debieran aprender sencillamente a informar de las decisiones de los políticos y no dictarles sus agendas.