La muerte tiene, a veces, extrañas concatenaciones, o escoge fechas y lugares que nos hacen creer en la existencia de un destino fatal que para el reloj del tiempo y cierra el círculo de la existencia en un momento predeterminado de antemano. Un momento y un lugar, por otra parte, desconocidos por la víctima que acude a la cita sin saber que a esa hora será arrebatado para siempre de este mundo. Y eso mismo -o algo parecido- he pensado al conocer del súbito fallecimiento en Talavera de la Reina del periodista sevillano Manuel Ramírez Fernández de Córdoba, que había acudido allí para dar un pregón de Semana Santa y disertar sobre la vinculación entre su ciudad natal y la castellana a través de la figura del famoso torero "Joselito". Manuel estaba hablando desde el escenario del Teatro Victoria ante una numerosa concurrencia cuando sufrió un desvanecimiento y cayó al suelo entre la sorpresa y el natural desconcierto de los asistentes al acto. Fue trasladado inmediatamente al hospital de Nuestra Señora del Prado pero ya no hubo nada que hacer. La crónicas dicen que su funeral constituyó una auténtica manifestación de duelo porque era una figura destacada del periodismo andaluz (había sido director del ABC de Sevilla) y persona muy apreciada en el mundo taurino, en el que ejerció como crítico. Morirse en Talavera de la Reina hablando sobre la personalidad de José Gómez Ortega, "Joselito", que murió también en la plaza de toros de esa ciudad, no deja de ser una circunstancia curiosa. "Joselito" o "Gallito" (que también se le conocía así por ser el hermano menor de Rafael "el Gallo") fue un matador que hizo época en la llamada "edad de oro" del toreo por su rivalidad con Juan Belmonte. Dos estilos distintos que dieron lugar a un enfrentamiento apasionado entre sus partidarios, hasta el punto que se era de Juan o se era de José. Y sólo muchos años después de la muerte del primero, y con el segundo ya retirado, fue posible organizar una peña en Madrid que llevó el nombre de los dos para acoger a los aficionados que los añoraban. José era un torero de técnica y facultades extraordinarias, con un conocimiento profundo del comportamiento de los toros. Tanto así que, el ganadero don Eduardo Miura dijo de él que parecía que "lo hubiese parido una vaca". Todo lo contrario de Belmonte que debía dominarlos a golpe de temple y de muñeca. Y lo más sorprendente de todo es que el segundo pudiera sobrevivir al primero, cuando era voz popular que había que apresurarse a verlo antes de que lo matasen en la plaza, de tan cerca que se ponía. El caso es que fue José al que mató un toro pequeño y aparentemente fácil de lidiar que se llamaba "Bailaor" y pertenecía a la divisa de la Viuda de Ortega. Era el día 16 de Mayo de 1920 y José tenía 25 años de edad. Un día antes había toreado con Belmonte en Madrid una corrida de la feria de San Isidro y como ambos no estuvieran muy afortunados, alguien le lanzó este terrible grito desde la grada: "¡Ojalá te mate un toro mañana en Talavera!". Y la profecía se cumplió. Así pues, José estaba avisado, pero no hizo caso y acudió a la cita. No sabemos que a Manuel le haya pasado lo mismo, pero la muerte fue a unirlos en Talavera mientras el uno hablaba del otro.