Hay un hecho evidente y terco, se quiera ver o no, y es que en Euskadi el nacionalismo radical representa entre el 10 y el 15 % de los electores, y obtiene, como media, alrededor de 150.000 votos. Como esa presencia se concentra en determinados territorios y zonas, hay áreas de Euskadi en las que es dominante. Es una minoría, sin duda, pero una minoría demasiado importante como para no tenerla en cuenta. Su ideario puede ser absurdo, su praxis amenazante y su fondo incluso patológico, pero está ahí, y cuantos esfuerzos se hagan para lograr que esa parte de la sociedad vasca asuma prácticas plenamente democráticas en la lucha por su ideal independentista, estarán justificados. En una democracia la ilegalización ha de verse siempre como un recurso extremo, provisional y revisable, y en caso de duda las presunciones deben operar en favor del derecho a elegir y ser elegido.