Así que, cumplida la etapa brasileira del viaje, y obtenido por el señor Pérez Touriño un balance -de momento sólo a nivel dialéctico- satisfactorio según análisis propio, quizá fuera momento para hacer un par de reflexiones. La primera sobre el alcance relativo que los acuerdos en giras de este tipo conllevan y la segunda, para insistir en que a pesar de todo conviene: reforzar la imagen exterior de Galicia en países de cultura afín -y Brasil lo es, aparte de su similitud idiomática- tiene siempre un carácter positivo, sea cual fuere el color del gobierno.

En esta ocasión, y aparte de la vertiente financiera -don Emilio ha apoyado con su presencia los planes de expansión de "Caixanova" en Suramérica, y eso es bueno porque, además de lo obvio, les acerca a ambos-, se ha querido subrayar la posibilidad de que el país latino más grande colabore directamente en otro proyecto de grandes dimensiones,tal como la Cidade da Cultura que se levanta en Compostela. Está en la línea de lo que el presidente del ejecutivo anunció, que es buscar financiación en todas partes, y no debe ser por tanto descalificado.

Otra cosa será el resultado que aporte la colecta que en buena medida no depende sólo -ni siquiera principalmente- del presidente gallego. Parece que, en Brasil, su señoría más que dinero -que también- ha buscado el respaldo de un referente con mucho prestigio en el área, como es Lula da Silva, y por tanto una capacidad de eco notable que beneficie a la Cidade. Y eso también está bien orientado, y si resulta puede aportar al mega/invento algo más valioso en cierto modo que el contante en metálico: la aportación cultural de una gran parte de la izquierda mundial.

Dicho todo eso -aunque alguna otra cosa más podrá añadirse: por ejemplo el refuerzo que para la propia imagen del señor Pérez Touriño significaría el éxito de la empresa, dado que la ha asumido él personalmente, primero con el presidente español y ahora con el brasileño, y eso tampoco es lesivo para el país- quizá quepa algún otro matiz. Uno sobre todo, para solicitar algo más de cautela, de forma que se note menos las ganas que tiene la Xunta de hallar quien la alivie de la carga que significa la herencia que recibió sin querer, pero que ha decidido aceptar y mejorar.

Esta petición, que no busca crear problemas ni levantar suspicacias, se plantea para evitar la impresión de que en lo que a la Cidade da Cultura se refiere se ha entrado en una especie de subasta pública y urbi et orbi en la que recaudar fondos sea prioritario y urgente. No ya por que, efectivamente, no se quiera eso, sino porque para lograrlo hay mejores métodos: hacer evidente que se está en un apuro es, como saben bien muchos aquí y allá, el peor de los reclamos para obtener lo que se pretende: o al menos en las condiciones en las que se desea obtener.

El señor presidente dará cuenta a la Cámara, como ha hecho otras veces, de su viaje y resultados y se conocerán los detalles. Conviene pues esperar un poco, pero por si acaso quede la conseja, que daño no hará.

¿Eh...?