Una encuesta entre 2.000 consumidores del Reino Unido, Francia, Alemania, España e Italia comparando el comportamiento de los compradores y el de los fabricantes de tecnología pone porcentajes a lo que todos sabemos: que hay una distancia oceánica entre unos y otros. La nueva tecnología, con una ética productiva y comercial, pasa del primer mandamiento: "el cliente siempre tiene razón". No la tiene nunca, a juzgar por lo que los compradores quieren y los fabricantes ofrecen. El 76% de los clientes piden que los ordenadores y sus parientes cercanos los televisores y grabadores-reproductores de imagen "sean fiables y duren" y el 67% que sean fáciles de usar. La segunda parte está mucho mejor tratada que la primera, más en los ordenadores que en las otras pantallas. En los últimos 20 años los ordenadores se han vuelto más fáciles cada generación.

Los fabricantes ni aceptan la durabilidad ni quieren darla. La nueva tecnología ni duradera en sí misma, ni lo puede ser comparados con los demás porque la oferta vuela. Con la mentalidad antigua lo mejor es no comprar lo último para esperar a lo siguiente siempre que nada más salir no avancen lo próximo, como viene pasando. Hay una carrera industrial y creativa impulsada por estos locos con sus nuevos cacharros que no tiene precedente por la variedad de programas y funciones posibles en un ordenador personal en el que caben el ocio y el negocio y miles de actividades en la zona gris entre trabajo y diversión. La comercialización de la cantidad de cosas que pueden necesitar y encontrar muchas personas distintas en un mismo aparato ha abierto una brecha tecnológica entre productores y compradores.